Colores que vibran con Celia Castelán

La artista veracruzana, quien radica en Alamo, presenta en su última serie de cuadros el “mundo” Tének, un reducto de la cultura huasteca


Patricia Rodríguez

Seres reales confabulados con irreales se juntan en un solo universo, el de la artista Celia Castelán, quien hace vibrar el lienzo con fuertes colores contrastantes en la técnica de acrílico.

Sus pinturas son oníricas y un poco “surrealista” porque –afirma- hay una confabulación de realidad con fantasía, pero también son introspectivas y profundas, porque tienen que ver con su vida personal y su amor por la cultura de Veracruz.

La pintora veracruzana presenta en su última serie de 22 cuadros el “mundo” Tének, un reducto de la cultura huasteca que no pudo ser conquistada por los Aztecas.  “Ellos lucharon  y no permitieron que los conquistaran”, explica.

La serie “Tének, la media Sangre –adelanta- debe ir multiplicándose para contar las historias de los primeros pobladores de la Huasteca, esos que se mantuvieron firmes frente a la violenta invasión de los Aztecas.

Radicada en Álamo, Castelán ha profundizado sus estudios en la cultura que la vio crecer,hace un reconocimiento a su riqueza humana, natural, sus costumbres y tradiciones con sus variaciones de un pueblo a otro de la zona norte de Veracruz y del sureste de San Luis Potosí.

“Si tu vas a Tantoyuca, solo visitar el mercado los domingos es una vivencia asombrosa porque puedes ver colores, rostros, artesanías maravillosas; en Tempoal hay un evento muy importante que es el de Xantolo”, comenta.

La mujer lleva en su interior la vena artística, creció en medio de un vendaval de expresiones culturales. Las artes plásticas fueron parte de su vida con su abuelo Erasmo Vásquez Lendechy y su mentor Luis Castillo Rechy.

Nació un 5 de abril en la ciudad de Veracruz, vivió su infancia en Emilio Carranza, después se trasladó y radicó en Xalapa donde tomó talleres de técnicas de pintura textil y grabado en Monotipo, principalmente.  En 2013 colaboró en la obra monumental en alto relieve “Tribuno” del maestro Teodoro Cano.

“Con Luis Castillo Rechy pude mejorar el trazo, no era familiar de sangre pero sí del corazón, adquirido por el afecto que se tenía con mi abuelo. Aprendí las técnicas con él, cosas de las artes plásticas y de la vida porque era un hombre sabio”, comenta.

Su padre  de origen huasteco fue dentista y su abuelo fue un artista multidisciplinario, ayudante en las esculturas del monumento a la Revoluciónyel creador de  la escultura en bronce en honor de Yanga, el libertador de una comunidad de esclavos africanos en Veracruz.

Ella tomó un poco de los dos: estudió la licenciatura en odontología y ejerció algunos años porque le gustaba  amalgamar las resinas y el metal, pero el arte se ha mantenido presente en las diferentes etapas de su vida porque “la pintura es la apasionante entrega a nuestros más íntimos deseos”.

Para Celia Castelán el arte es un instrumento de transformación, que aleja a las personas de la violencia y las acerca a las soluciones que requiere la propia sociedad. El camino a la felicidad y la armonía.

 

 

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