Las paredes en ruinas resguardan a Santa Lucía, patrona de los ciegos
De entre tantos lugares históricos con los que cuenta Fortín de las Flores, la Ex-hacienda de Monte Blanco es un lugar mágico que conjuga belleza, historia, arquitectura y naturaleza.
Se ubica en la congregación Santa Lucía Potrerillo, a 14 kilómetros al suroeste de la ciudad de Córdoba, a un costado de la carretera federal Fortín-Huatusco, en la zona centro del estado de Veracruz.
La Leyenda dice que esta comunidad, con 205 años de historia, recibió este nombre gracias a Santa Lucía, patrona de los ciegos y abogada de problemas de la vista.
Cada 13 de diciembre esta congregación, donde habitan a penas mil 500 personas, es venerada desde 1940 en la capilla de la Ex-Hacienda con una procesión de la imagen por las calles del pueblo y se le cantan las tradicionales mañanitas. Durante el día se celebran misas en su honor, y por la noche, hay una ceremonia solemne, se queman los tradicionales toritos, acompañados por la banda de música de viento y se enciende el castillo de luces artificiales.
En el día cualquier evento es motivo de fiesta, el palo encebado, las carreras de caballos, el jaripeo, el baile de fiesta.
La Hacienda de “La Monte Blanco” fue escenario de anécdotas importantes para el desarrollo del país, pues durante la Independencia y la Revolución estos fuertes muros, ahora en ruinas, jugaron un papel histórico.
Las ahora ruinas de la Hacienda de “La Monte Blanco”, cuentan con datos históricos que se narran desde 1816, pues se tiene registro que desde ese año, Guadalupe Victoria primer presidente de México en 1824, estableció un fortín en la cima del cerro de Iztatepec, nombre original de esta congregación presuntamente fundada por Totonacas desde el año 1117.
No obstante, este fuerte había sido construido años atrás pero no se tiene un registro real de ello, pues los documentos de su construcción fueron destruidos a cañonazos por españoles en noviembre del mismo año en que se estableció Guadalupe Victoria en 1816, quedando en ruinas sus instalaciones.
Más tarde fue ocupada y acondicionada por “galos” durante la intervención francesa en 1872, pero al disolverse vuelve a tener incidencia en la historia de México cuando Porfirio Díaz llega huyendo a la hacienda durante la consumación del movimiento revolucionario en 1921 y la cual ya había sido comprada anteriormente por un europeo nórdico de apellido Braniff.
La última dueña fue Elena de Braniff y posteriormente durante el reparto agrario entre los años de 1926 y 1930, los propietarios tuvieron que huir por la sed de tierras que tenían los pobladores y entregaron la hacienda para ser distribuida en 1 mil 137 hectáreas, conformando con esto el ejido de Monte Blanco.
Durante el pasar de más de 200 años, la ex hacienda sólo fue salvada por los pobladores, pues en esta parte siempre se localizó una capilla que en el año 1900 fue remodelada de fondo y ahora se encuentra en buen estado.
Además, es considerada, aunque no reconocido oficialmente, el primer Palacio municipal de Fortín de las Flores, después de que en 1916, el general de la provincia Guadalupe Victoria, la tomara como cuartel del ejército insurgente y mandara a construir un pequeño fuerte en la punta del cerro, con la finalidad de contar con un punto de apoyo para refugiarse del Ejército Realista de Orizaba y Córdoba.
En la ex hacienda, aún se puede admirar la arquitectura común de esa época, una fachada con arcos y ventanas grandes y su propia capilla a un costado.
Rodeada de enormes montañas, con un clima seco, está edificación guarda entre sus muros grandes leyendas que deben ser rescatadas.
Los pobladores demandaron a las autoridades rescatarla pues es un atractivo turístico lleno de historia y tradición, además de ser punta de lanza para que se conformara el municipio de Fortín de las Flores.
Por Miguel Ángel Contreras Mauss