Por Patricia Rodríguez
Xalapa, Ver.-Lo llaman el pan de muerto, pero lo disfrutan los vivos. Su creación es la representación más significativa del mestizaje y esta lleno de simbología prehispánica y española.
Harina de trigo, mantequilla, manteca, azúcar, levadura, huevos, agua de azahar, anís y sal integran su consistencia. Con forma semiesférica, adornado en la superficie con un circulo que representa un cráneo y cuatro canillas que simbolizan la muerte, los cuatro rumbos del nahuolli o el universo, el pan de la temporada es sincretismo.
El pan de muerto como ofrenda a los fieles difuntos forma parte de los rituales para el tradicional altar. Y para los vivos, es un dulce antojo que se saborea con chocolate, atole y champurrado.
El sincretismo empieza con el trigo de Europa y el maíz de América. Y el pan es la mejor representación del mestizaje, define la chef y antropóloga veracruzana, Raquel Torres Cerdán.
Desde su Taller Acuyo –ubicado en la capital veracruzana- comparte una receta con 150 años de antigüedad para preparar el tradicional pan de muerto, sin considerar las variantes propias que tiene cada región del país.
Considera que el clima puede afectar el siguiente procedimiento:
Disuelve la levadura en agua tibia y agrega un poco de harina hasta formar una pastita suave. Después mezclas todos los ingredientes: Harina de trigo, mantequilla, manteca, azúcar, levadura, huevos, agua de azahar, anís y sal.
Ya todo bien amasado, se tapa y se deja reposar en un lugar tibio hasta que su volumen se incremente al doble. Luego vuelva a amasar y se divide la masa en el tamaño deseado del pan para empezar a formarlo.
Con otro pedacito de masa se hacen los adornos conocidos (los huesitos) y se barniza con huevo batido para meterlo al horno a 350 grados. Una vez que se esponja y empieza a dorarse, se le baja a la temperatura hasta que termine ce cocinarse. Finalmente se cubre de mantequilla y espolvorea con azúcar granulada.