Por Víctor M. Toriz
Veracruz, Ver.-Una cúpula se dibuja con perfecta definición en el horizonte flanqueado por dos edificios sostenidos sobre columnas y gruesas vigas de madera que se distinguen entre las cornisas y los balcones.
Los grandes muros que se levantan cinco y seis metros por arriba del suelo extienden su sombra en el paso que permite ingresar al Callejón de La Lagunilla, un sitio ubicado en el centro histórico de Veracruz que en un parpadear transporta al pasado.
Al centro del camino surgen del suelo grandes palmeras cuyas copas con el paso de los años alcanzaron los grandes edificios con 200 y hasta 300 años de antigüedad, construidos en el cuarto y último asentamiento de la ciudad.
Su verde follaje no es casualidad, tampoco el nombre de este callejón, pues de acuerdo con los registros históricos en el sitio durante el siglo XVII se ubicaba una laguna probablemente que formaba parte del río Tenoya, un afluente que hoy se afirma sigue escurriendo sus aguas de forma subterránea en el primer cuadro de la ciudad, desplazado por el crecimiento del antiguo Veracruz amurallado.
El Tenoya bajaba por los medanos de Malibrán sobre la avenida de Las Damas (hoy avenida 5 de Mayo), atravesaba el callejón con una corriente proveniente de la avenida Esteban Morales hasta alcanzar la calle Serdán y seguir su desembocadura al mar que comenzaba en lo que hoy es la avenida Landero y Coss.
Actualmente en su lugar el agua brota de una fuente que surge del piso, en los alrededores se puede ver las paredes carcomidas que en algunos puntos deja ver el coral de la piedra múcara con la que fue construida la ciudad de Veracruz hace casi 500 años.
Otras paredes lucen intactas, fueron recuperadas por los dueños después de varios años de restauración y abandono, para convertirse ahora en un sitio emblemático que no solo sirve para dar un viaje al pasado, sino para disfrutar y conocer la cultura veracruzana viva en las fachadas pintorescas.
En el callejón de La Lagunilla una estatua de bronce del músico cubano Benny Moré recibe a los visitantes, regalo del gobierno de Cuba a Veracruz en el 2001 como símbolo de la fraternidad de los ritmos que se bailan y cantan con igual alegría en la Isla como en el puerto jarocho.
Y así se hace los fines de semana por las noches, el corazón del callejón ubicado entre las avenidas Independencia y 5 de Mayo se convierte en el escenarios de incansables fandangos que se prolongan hasta la madrugada.
El Foro Cultural Reeduca, organizador de los eventos culturales, ha sido el principal promotor del rescate de este espacio público que ahora es disfrutado por porteños y turistas como uno de los últimos reductos del Veracruz antiguo lleno de folclor, tradición y algarabía.
Solo el ir y venir de los automóviles sobre las calles Serdán y Arista, que flanquean este corredor, nos ubican de nuevo como de golpe en el presente, sabiendo que el pasado sigue vivo en este espacio.