Los manglares de Tecolutla, un paraíso escondido en Veracruz

Por Édgar Escamilla

Tecolutla, Ver.- Amanece y el astro rey comienza a surgir en medio del océano, la bruma marina se levanta sobre las olas y avanza lentamente tierra adentro, mientras las aves revolotean de un lado a otro. Con la luz del día comienza a surgir el azul turquesa del Golfo de México, la Costa Esmeralda de Veracruz.

El municipio de Tecolutla, donde se ubica la franja conocida como Costa Esmeralda, se ubica en la zona norte de Veracruz, en la desembocadura del río homónimo. Se accede hasta él a través de la carretera federal 180 Matamoros-Puerto Juárez.

Surgió como un pueblo de pescadores en el México prehispánico. Un año después de la caída de Tenochtitlán, el explorador Juan de Grijalva recorrió las aguas del caudaloso río Tecolutla, iniciando la evangelización de las comunidades indígenas y la introducción del castellano. Fue parte crucial durante la guerra de Independencia, al servir como puerto de desembarque de armas para la insurgencia. Durante la intervención norteamericana el puerto fue asediado por la fragata Gentarmen. Fue nombrado municipio libre hasta 1879.

Podemos imaginar el asombro de Juan de Grijalva al llegar a la desembocadura del río y encontrarse con la zona de manglares, un área que al paso de los años ha perdido terreno para dar paso a actividades de pastoreo. Actualmente se estima en 800 hectáreas la zona de manglares.

Conforme avanzan las pequeñas embarcaciones, cientos de ojos observan a los invasores. Tortugas, cangrejos, cocodrilos y aves se asoman entre las raíces de los mangles. De pronto entre los arbustos se escucha un chapuzón de un lagarto que trató de esconderse. Las tortugas, más acostumbradas al trato con los humanos, permanecen tomando el sol.

Al interior de los manglares podemos pasear a través de la Cueva del Pirata, el Salón del Silencio o el Estero de la Mojarra. Cuentan los lugareños que en estos espacios se escondían los piratas antes de atacar el pueblo o a los navíos que surcaban las aguas del Golfo de México.

En una de las zonas más profundas y cada vez más estrechas de los túneles, un crucifijo pende de uno de los brazos del mangle para cuidar de quienes se adentran a estos espacios. También hay advertencias para los lancheros novatos, no cualquiera puede llegar hasta el corazón del manglar.

Foto: Édgar Escamilla

El paseo se convierte en una experiencia enriquecedora. Los cangrejos rojos parece que saludan a los visitantes cada que mueven sus tenazas de un lado a otro. A pesar de estar bajo la sombra, el calor es sofocante ante el exceso de humedad presente en el ambiente.

La actividad ecoturística, pero principalmente la ganadería amenazan los manglares. Año con año se registran incendios forestales “accidentales” que van reduciendo las áreas. Aunque se han hecho esfuerzos por reforestar, las tierras para el pastoreo siguen avanzando, además de que la leña de mangle llega a ser muy cotizada.

Los manglares son también un reservorio de vida, indispensable para la subsistencia de las especies marinas y de aves. Sus aguas, que algunas vez fueron consideradas insalubres por la cantidad de materia orgánica disuelta, arrastrada por la corriente del río desde su nacimiento en el estado de Puebla, hoy se sabe son utilizadas por peces y reptiles para desovar.

Foto: Édgar Escamilla

La Conabio estima que en México existe una superficie de 770,057 hectáreas de manglares. En la región hidrológica Tuxpan – Nautla suma las 21,544 hectáreas. De acuerdo con el investigador Agustín de Jesús Basáñez Muñoz, académico de tiempo completo de la facultad de ciencias biológicas y agropecuarias de la Universidad Veracruzana campus Tuxpan, se han identificado cuatro especies de mangle, el Rhizophoramangle o mangle rojo, el Laguncularia racemosa –mangle blanco-, el Avicennia germinans o mangle negro, y el Conocarpus erectus, conocido como botoncillo.

Aunque el turismo regularmente prefiere visitar la zona de playa, los manglares ofrecen una alternativa a los visitantes, siempre y cuando se respete a las especies.

Pero Tecolutla es más que un destino de sol y playa, como mencionamos al inicio, fue fundado en la época prehispánica y los vestigios se encuentran en la comunidad de Hueytepec, donde existe una zona arqueológica con una extensión de aproximadamente siete hectáreas.

En el lugar, las pirámides se encuentran cubiertas por tierra ante la falta de recursos por parte del INAH para su rescate y apertura al público. Se estima que está compuesta por nueve edificios distribuidos en dos plazoletas.

Tecolutla cuenta con una amplia gama de servicios turísticos. Tan solo en la cabecera municipal existentes 170 hoteles, casas de huéspedes, hostales, balnearios y bungalows, que suman entre 4,500 y 5,000 habitanciones, que en temporada vacacional suelen lucir abarrotados. En la zona de Costa Esmeralda son 70 hoteles más, con 1,750 habitaciones. En suma, el municipio cuenta con una capacidad aproximada para atender a más de 17 mil personas.

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