Redacción
Xalapa, Ver.-Miguel Ángel Sosme Campos, egresado de la Licenciatura en Antropología Social y de la Maestría en Ciencias Sociales de la Universidad Veracruzana (UV), ganador del Premio Nacional de la Juventud 2018, se muestra preocupado por visibilizar el trabajo y las historias de tejedoras indígenas de la sierra de Zongolica, a través de un libro y un documental.
Dicho reconocimiento es otorgado por el Gobierno de México a jóvenes entre 12 y 29 años de edad, cuya conducta o dedicación es un ejemplo y motivo de superación personal o de progreso en una comunidad.
El joven, originario de la ciudad de Coatzacoalcos, expresó que esta distinción es un orgullo y satisfacción, pues es consciente de que a través de su labor no sólo logró visibilizar la problemática de este sector, sus voces y rostros, sino aportar una nueva forma de estudiar el arte popular de México desde la antropología.
Subrayó que son muchos los trabajos que revelan técnicas, colores, piezas y muchas otras aristas relacionadas con los textiles; sin embargo, pocos plasman lo que implica crear en condiciones de pobreza, violencia, marginación, en el anonimato y con el regateo sistemático.
Ése es precisamente el tema en el que se enfocó su trabajo de tesis de licenciatura, pues el contacto que tuvo con mujeres tejedoras de las comunidades de Atlahuilco, Tequila y Tlaquilpa lo llevó a publicar el libro Tejedoras de esperanza. Empoderamiento en los grupos de tejedoras de la sierra de Zongolica, y en 2017 el documental en lengua náhuatl Tlakimilolli: Voces del telar.
Por esa razón, se hizo acreedor al Premio Nacional de la Juventud, en la Categoría B “Compromiso social”, tras haber sido propuesto por el Observatorio Universitario de Violencias contra las Mujeres, adscrito a la Facultad de Antropología.
“Lo importante para mí ha sido que este trabajo de investigación no sólo se quede en libros y artículos, estoy seguro de que ha tenido un enfoque social y de género.”
Lamentó que históricamente las mujeres dedicadas a la confección de textiles, tejidos en telar de cintura, hayan sido invisibilizadas y víctimas de la marginación y el olvido, desde la academia, el arte y la cultura.
Expresó que en México existe una constante discriminación hacia este grupo, mientras que todas las estructuras de desigualdad se traducen también en el menosprecio al trabajo creativo que realizan cuando son verdaderas exponentes de la tradición tintórea del país, pues los procesos de tinción que emplean son naturales y precolombinos. Uno de ellos es la grana cochinilla, otro es el aníl (planta que produce un color azul).
“México tiene una tradición tintórea en el mundo, ha aportado una paleta de colores diversa, encendida y brillante a través de todo el ingenio que imprimen las mujeres dedicadas a la producción artesanal.”