“Soy lo que soy por una madre que en 1981 le buscó a ese niño, que no podía caminar, un mejor futuro”, relata el deportista paralímpico Omar Osorio, quien se prepara para su próximo reto: 32 horas consecutivas nadando.
Hoy retirado de las competencias nacionales e internacionales, Omar sigue buscando dejar huella y mostrar con su ejemplo que es posible alcanzar las metas, aun en condiciones difíciles.
Nació en una familia numerosa, fue el último de seis hijos. Omar Osorio enfrentó la poliomielitis y prácticamente toda su vida ha estado en silla de ruedas; lleva de 23 a 24 años nadando, de manera profesional, pero sobre todo por “libertad”.
“Qué siento y qué sentí la primera vez que entré a una alberca. La libertad de movimiento, ahí sub escaleras, puedo ir a donde quiera, sin obstáculos, puedo interpretar la alberca como la libertad de movimiento”.
En un entorno de limitaciones económicas durante su niñez, su madre decidió llevárselo de Córdoba a la Ciudad de México, donde pudo tener más opciones de crecimiento educativo y social.
“Yo soy el resultado del esfuerzo incansable de una madre que con trabajo, esfuerzo y lágrimas hizo de mi lo que ahora soy, lo que conocen como Omar Osorio, ese loco que quiere nadar por 32 horas”, dijo.
Hoy de 41 años de edad, desde el 2016 oficialmente dejó de competir representando a Veracruz y a México, pero ahora representa las causas sociales y sigue probándose…
El 14 de noviembre, desde las 11:55 de la mañana y hasta el viernes 15 de noviembre a las 20:00 horas, nadará una hora continúa y descansará 5 minutos de cada una, para que le revisen signos vitales y comer algo (sin salir de la alberca). Así hasta llegar a las 32 horas. Y en esta ocasión lo hará en beneficio del banco de alimentos de Córdoba, su ciudad natal, y las Patronas de Amatlán.
En años anteriores ya ha batido diferentes records, todos registrados ante Notario Público, por nadar 16, 18, 24 y 27 horas consecutivas en una alberca, sin parar. En esta ocasión el deportista paralímpico recorrerá 42 kilómetros 200 metros con recorrido de 422 vueltas, en la ciudad de Córdoba.
Su mensaje es claro y quiere que resuene alto: “La discapacidad no está en unas muletas, unos bastones o una silla de ruedas, la discapacidad está en tu cabeza, si tu no superas tus miedos nadie lo hará por ti”.
