Los muros de la fortaleza de San Juan de Ulúa albergaron capítulos de la historia que describen la defensa de México y Veracruz
Por Víctor M. Toriz
El sendero al recinto portuario se abre entre el bosque de casuarinas, unos arbustos y árboles siempre verdes, que dividen la zona urbana del mítico puerto de Veracruz.
Los siete kilómetros bañados por la brisa del mar en una carretera que permite el ingreso a los astilleros, dejan ver una portentosa edificación antigua, que hoy es el segundo recinto histórico más visitado del estado de Veracruz, solo por debajo del sitio arqueológico del Tajín.
La construcción de San Juan de Ulúa formó parte de un proyecto que se prolongó más de 200 años, primero bajo la batuta del primer virrey de la Nueva España, Antonio de Mendoza y con ello se selló el encuentro de dos mundos.
“Este sitio es estratégico porque la historia de México no se podría pensar sin Veracruz, y Veracruz no se podría pensar sin San Juan de Ulúa”, describe el historiador especialista en fortificaciones militares, Mario Gaspar Cobarruvias.
Los muros de la fortaleza de San Juan de Ulúa albergaron capítulos de la historia que describen la defensa de México y Veracruz, lo mismo de invasiones de piratas que de intervenciones extranjeras.
“Al ser la ciudad más invadida, la ciudad más humillada y más vejada, siempre siendo el crisol de la lucha histórica y teniendo como lugar estratégico de su defensa la fortaleza”.
El investigador recordó que el muro de las argollas, una especie de muelle de frente a la ciudad, junto con los baluartes de San Pedro y San Crispín fueron los primeros elementos que se levantó en el proyecto que se inició en 1535 y concluyó en 1782, de manera parcial, pero que tuvo su última intervención arquitectónica para 1844.
Desde la explanada central se observan diversos inmuebles que forman parte de la fortaleza de San Juan de Ulúa, la fachada de la Casa del Gobernador domina la vista, en sentido contrario se encuentran diversas cámaras que sirvieron primero como cuartel y después como prisión.
El diseño arquitectónico denominado como Traza Italiana, forma parte de un complejo trabajo de ingeniería y arquitectura militar que permitiría la defensa de Veracruz, afirmó.
Sin embargo, el especialista aclara que San Juan de Ulúa no fue pensado en un inicio como un proyecto militar o bélico, sino que sus características permitieron desarrollar el primer puerto de Veracruz y sus primeras construcciones tuvieron como fin el resguardo de la mercancía.
Los ataques piratas y militares obligaron a que la fortaleza fuera tomando forma a lo largo casi de 300 años. De su historia se sabe por las investigaciones desarrolladas en los últimos 10 años, detalla Gaspar Cobarruvias, quien afirma que se trata probablemente de uno de la colonia española más estudiados en la actualidad.
Hechos históricos
El primer hecho memorable es la caída del último reducto de las tropas españolas en territorio mexicano durante la lucha de independencia, que se acuartelaron en la fortaleza entre 1822 y 1824, hasta lograr su rendición por falta de suministros y víveres.
Para 1834 la fortaleza de San Juan de Ulúa fue clave para enfrentar la invasión francesa de 1838. Lo mismo que en 1847 y 1864 a los ejércitos de los Estados Unidos, España, Inglaterra y Francia, en dos ataques distintos en los años mencionados, detalla el especialista.
El episodio que se mantiene fresco en la memoria histórica de los veracruzanos tuvo lugar el 21 de abril de 1914, cuando el ejército de los Estados Unidos invadió a ciudad de Veracruz y tomó como cuartel San Juan de Ulúa, desde donde sostuvo bombardeos con armamento que más tarde fue utilizado en la Primera Guerra Mundial.
El recinto, sirvió como cárcel de presos políticos a lo largo de la historia, pero también en dos ocasiones como sede de la presidencia de la república, una en la época de Reforma, con Benito Juárez, y otra después de la Revolución, con Venustiano Carranza.
Entre los personajes que adquirieron misticismo y a los que se le relaciona con San Juan de Ulúa se encuentran Laurens Cornelis Boudewijn de Graaf conocido como el Pirata Lorencillo, así como Chucho el Roto, un bandido mexicano que fue reconocido entre la clase social baja como una especie de Robin Hood.