Un paraíso escondido en las costas de Cazones
Por Édgar Escamilla
Cazones, Ver.- El sonido de las olas golpeando con la arena se conjuga con el ruido que provocan miles de conchas que son arrastradas por el agua en una playa extraordinaria, casi virgen, del litoral del norte de Veracruz, donde cada año cientos de tortugas retornan al lugar que las vio nacer para continuar con su ciclo de vida.
Conocida coloquialmente como “Chaparrales”, la comunidad de Marco Antonio Muñoz, se ubica al norte de la Barra de Cazones. Para llegar hasta esta zona es necesario llegar a la cabecera municipal y atravesar el río en “Chalán”, el único que se conserva sobre este afluente.
La aventura comienza al abordar la embarcación; los operadores utilizan un mazo con una hendidura que permite impulsar con la fuerza de los brazos, de un extremo al otro del río. Desde motocicletas hasta camiones de carga lo utilizan diariamente, el recorrido dura aproximadamente 15 minutos.
Una vez del otro lado del río Cazones, por carretera se llega hasta la comunidad de La Encantada, donde la tradición oral habla de la existencia de una caverna que desciende desde lo alto de un cerro hasta el nivel del río.
Más adelante se llega a Coyol Norte, una comunidad ubicada a la orilla del río; los visitantes pueden saborear en este lugar de unas ricas enchiladas rojas o de pipián, acompañadas de un chucumite frito, mojarras, camarones o manos de cangrejo.
En esta comunidad aún perduran algunos puntos con manglares. En días recientes, autoridades municipales y la población participaron en tareas de reforestación de las márgenes.
Siguiendo el recorrido, al llegar a lo alto de una loma se podrá apreciar el azul turquesa del mar; habrá llegado a Chaparrales y entenderá por qué es un paraíso escondido.
Los pelícanos sobrevuelan de un lado a otro en parvadas, mientras las gaviotas esperan el momento oportuno para atacar los cardúmenes que nadan muy cerca de la costa.
Si visita Chaparrales entre primavera y verano, seguramente tendrá la oportunidad de observar el arribo de las tortugas marinas, lora, verde y hasta caguama, que llegan para desovar en la arena.
La comunidad se ha organizado para evitar la depredación de los huevos de tortuga, tanto por los humanos como por animales como perros y aves. Es sede del campamento tortuguero Totonacapan, donde diariamente se encargan de vigilar las anidaciones, trasladar los huevos hasta un lugar seguro y cuidar de ellos hasta su eclosión.
Anualmente se lleva a cabo una carrera a campo traviesa para recaudar fondos para continuar con las tareas de conservación.
Otro de los atractivos de Chaparrales son sus acantilados, en cuyas paredes se pueden encontrar fósiles de animales marinos. En algunos puntos, las rocas que se han desprendido y caen al mar, provocan el efecto de bufadora.
Ya entrados en la aventura, puede caminar por la línea de costa y encontrar algunas formaciones cavernosas que se han formado en los acantilados.
A pesar de que no cuenta con servicios turísticos de alto nivel, existen espacios suficientes para acampar al aire libre y comedores en los que podrá disfrutar de un ambiente familiar. Los cocos frescos no podrán faltar.
A dos kilómetros de la comunidad se encuentra el estero “Juan González”, una reserva de manglar donde podrá disfrutar de la pesca con cordel, atrapar jaibas y hasta avisar algún lagarto, mientras que cientos de cangrejos le saludarán con sus tenazas y podrá ver hasta medusas flotando tranquilamente en las quietas aguas.
Chaparrales ofrece una opción alternativa a los destinos de sol y playa, donde la gente se dedica a la pesca y a la confección de artesanías con madera y conchas. Quien acude por primera vez, seguro querrá regresar a disfrutar de sus atractivos naturales.