Por Óscar Sánchez
Xalapa, Ver.-Un acordeón diatónico de 25 tonos con nácar incrustado salvó la vida del Santo Rafael Guízar y Valencia en la persecución religiosa en la década de los 20`s en los tiempos de Plutarco Elías Calles.
Los historiadores cuentan que el religioso se hizo pasar por músico y ese acordeón evitó que fuera crucificado durante la llamada Guerra Cristera. Con este instrumento fue como convenció a los militares que él no era el sacerdote que debían fusilar.
Aquel día se lo llevaron caminando en Puebla, hasta que encontraron la tienda de artículos musicales, entraron y sustrajeron varios instrumentos. San Rafael demostró saber tocar a la perfección la guitarra, la mandolina, la flauta transversal y el saxofón.
“Uno de los militares le avienta el acordeón y le dice: a ver sóplale. Entonces San Rafael empezó a tocar corridos de la Revolución, de la época: La Adelita, La Valentina”, cuenta Andrés Guzmán Olmos, Subdirector del Museo San Rafael Guízar, donde se encuentran diversas reliquias que en vida usó el Santo.
Cuando los soldados se dieron cuenta de que habían dejado ir al sacerdote, explica, mandaron a alguien más a buscarlo con sus características físicas: rubio, de ojos azules, vestido de negro y portando un acordeón. Llegaron y dijeron que ya lo habían matado, pero fue un músico italiano que llegó a México a “probar suerte” el que tuvo un desenlace fatal.
A unos días de que se celebre (el 24 de octubre) la Fiesta de San Rafael Guízar, patrono de los Obispos de México, el también administrador del antiguo Palacio Episcopal, espera que se incrementen las visitas al museo instalado en honor al religioso.
El inmueble, el mismo que habitó durante siete meses cuando fue el quinto obispo de Veracruz, se ubica sobre la calle Juárez, justo frente al Colegio Preparatorio de Xalapa, en pleno corazón de la ciudad.
Ahí el museo lleva 10 años de instalado, pues antes se encontraba en los pasillos de la Catedral de Xalapa. También resguarda entre sus paredes la silla que utilizaba para montar a su mula, con la que logró conocer todo el territorio de su diócesis en los tiempos de la persecución. “Siempre iba a lomo de mula a sus misiones”, recuerdan.
En la morada se conserva el bastón en el que se apoyaba el sacerdote por su enfermedad de la Flebitis y llaga varicosa; y el sillón en el que falleció el 6 de junio de 1938 y en el que pidió un permiso especial para celebrar misa sentado dos horas antes de morir.
Aunque nació en Cotija, Michoacán, San Rafael Guizar y Valencia es uno de los santos más venerados en el estado de Veracruz y en municipios aledaños a Xalapa. En su día de conmemoración miles acuden a pedirle un milagro, sobre todo relacionado con la salud y las mujeres embarazados.
Los devotos le rezan: “si tú haces que mi hijo nazca bien, le pongo tú nombre”. Por eso, dice Andrés Guzmán, no es sorprendente que se observe una “generación de Rafas y Rafitas”.
Guízar es el primer obispo mexicano e hispanoamericano canonizado por la Iglesia católica, se le reconoce por ser un misionero incansable y su gran caridad con los demás. Fue declarado beato en 1995 y el 15 de octubre de 2006 fue canonizado en la plaza San Pedro por el Papa Benedicto XVI.
San Rafael también es reconocido porque tras 12 de estar enterrado en el antiguo Panteón Xalapeño, su cuerpo fue encontrado incorrupto. Durante tres años estuvo expuesto al público y la capital del estado fue el centro de atención por el “milagro” así que llamó la prensa local. Sin embargo, para los investigadores y “abogados del diablo” pudo tratarse de un evento explicable.
Años después, cuando se exhuma el cuerpo ya no estaba en estado de incorrupción, lo que sí se conservaba era su corazón con característica blanda del cuerpo, a través de sus cavidades ventriculares se podía observar el tejido, las válvulas. El órgano se colocó dentro de una tela quirúrgica y fue tratado para su conservación, se colocó en una urna en forma de corazón de plata con un cilindro. Aun se conserva y se traslada a los lugares donde se le venera.
Aunque se le atribuyen varios milagros, solo dos fueron “comprobados”. El primero es el caso de una mujer que no podía tener hijos por padecer el síndrome de “Dubowitz”, tenía la matriz infantil por lo que no podía concebir. Tras encomendarse al santo, pudo dar a luz a un hijo.
En el segundo, una señora presentaba en su producto una deformidad conocida como labio leporino y paladar hendido; el niño nació sano. “Eso hizo que Rafael Guízar tomara nueva fama con los neonatos”, afirma el subdirector del Museo.
En el inmueble que resguarda las reliquias también están expuestas las bulas de su canonización y beatificación. Son documentos que única y exclusivamente expide el Papa en turno y se le otorgan títulos a los jerarcas eclesiásticos.
Cada 24 de octubre, la feligresía se vuelva en devoción y agradecimiento a San Rafael Guízar y Valencia. Desde diferentes estados y municipios llegan a Xalapa para visitar su tumba y restos mortales los cuales se encuentran en interior de la Catedral de la capital veracruzana.