El mar abierto de Miriam González

Por Anahí Medina

Xalapa, Ver.-Intentó gimnasia, folclor y ballet, pero se dio cuenta que su lugar era en el agua.  Desde pequeña veía las competencias de Michael Phelps: aprendió que la disciplina, constancia y pasión por lo que se hace son factores que definen a los nadadores.

Y a partir de los seis años  Miriam Harmonía González Macías comenzó a practicar natación. Lejos quedó aquella alberca de 25 metros que la cobijó en su infancia, ahora son las competencias de aguas abiertas las que llenan su cuerpo de adrenalina y emoción en cada brazada.

“Mi mamá era maestra de primaria, trabajaba en dos plazas y no tenía mucho tiempo para cuidarme, por eso buscaba varias actividades para entretenerme. Así fue como encontré natación”, rememora la deportista.

Quince años después, aún sigue con la meta de representar a México en competencias internacionales. A pesar de su miopía -6 dioptrías en el ojo izquierdo y 3.5 en el derecho–, que le impide ver debajo del agua e incluso a sus rivales.

Inició sus entrenamientos en la escuela Aquasport de la mano de Antonio Bouchez Virgen. Rápidamente destacó y ganó competencias en las ramas infantiles.  Se retiró por más de 7 años y en 2017 cuando cursaba el cuarto semestre en la licenciatura en derecho de la Universidad Veracruzana (UV) decidió volver a natación a través de los talleres AFEL (Área De Formación De Elección Libre). Su rendimiento llamó la atención del entrenador de Halcones UV, quien no dudó en invitarla a ser parte del equipo.

Su estilo de vida cambió completamente, empezó a llevar una dieta equilibrada, a entrenar a las 6 de la mañana y modificó sus horarios de clases para poder ejercitarse y no perder de vista su objetivo: Competir y ganar.

Como en la historia del pez grande para un estanque pequeño, Miriam dejó atrás aquella alberca de 25 metros donde aprendió a nadar en mar abierto y a pesar de su miedo y respeto al mar decidió participar en el 2º Reto Zicatela 2018 celebrado en Oaxaca.

La playa de Zicatela se plantó imponente frente a Miriam, quien se inscribió en la categoría de 1 kilómetro. Sin distinguir con claridad el camino, se adentró al agua con los nervios a flor de piel por el temor a toparse con una medusa o erizo de mar.

“Una señora iba a lado mío, dio una brazada y al darla hondo hizo como una burbuja de aire y yo pensé que era una medusa. Por el miedo empecé a meterle velocidad para ya poder salirme”, relata.

Ganó el primer lugar de su categoría. “Por mis miedos y mi necesidad de ya salirme de ahí, resultó que gané y empecé a sentir que nadar en aguas abiertas no estaba tan mal”, bromea.

Compitió en la 7ª Gran Travesía Veracruz, en la categoría de 1.5 km, donde quedó en segundo lugar. Posteriormente quedó en primer lugar en la 3ª Edición de Aguas abiertas Gran RettoAlchichica, en la categoría de 1km.

Al entrar al agua todo cambia, la emoción y adrenalina se apoderan de su cuerpo, el cual a pesar de no haber entrenado por tantos años, recuerda a la perfección cómo desplazarse ágilmente.

“En las competencias dejo de lado el dolor. No me importa si me duelen los brazos y las piernas, trato de dar todo de mí porque sino todos los entrenamientos de las 6 de la mañana no van a valer la pena si cuando compito no doy lo mejor de mí”, declara.

Luego de sus victorias, Miriam se exigió cada vez más. Ya no bastaba con las horas en la alberca, comenzó a correr y a ir al gimnasio. Su cuerpo terminó cobrándole factura.

“He tenido contracturas en bíceps, tobillo y la más fuerte que me cambió radicalmente la vida fue cuando me partí parcialmente el ligamento de la rodilla por exceso de ejercicio”, confiesa.

Luego de su lesión en la rodilla estuvo un mes sin caminar y otro más con el miedo de volver a lastimarse y sin poder entrenar. Todo el mal sabor de esa experiencia no hizo más que motivarla a recuperarse rápido para volver al agua, ya que durante su incapacidad se llevó a cabo una competencia de la que quería ser parte.

Confiesa que todas sus victorias no serían posibles sin la ayuda de su madre Bertha Margarita González Macías y su abuela Guillermina Macías Villegas. Entre las dos la apoyan para cubrir los gastos de los viáticos e inscripciones a las competencias.

Actualmente es parte de los equipos Halcones UV y Leones Anáhuac, entrena 4 horas en la alberca y otras dos en el gimnasio mientras se prepara para el Campeonato Nacional de Invierno que se llevará a cabo del 12 al 18 de diciembre en Veracruz.

Foto: Anahí Medina
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