Oscar Sánchez
Otatitlán, Veracruz.-
Entre los municipios de la Cuenca del Papaloapan que se decoran con la quietud del río Papaloapan, Otatitlán se distingue por un cristo negro crucificado en lo alto de una cruz de madera venerada por lugareños y admirada por turistas nacionales y extranjeros.
El Santuario -como también se le reconoce- apenas tiene cerca de cinco mil habitantes que se multiplican cada fin de semana con el tocar de la jarana y los recitales de su pintoresca poesía.
Es como volver la mirada a los pueblos mexicanos del siglo XIX. Uno de sus accesos con vehículo obliga el uso de un transbordador de plataforma metálica arrastrado sobre el río Papaloapan; es el ferry cuenqueño, dicen sus operadores.
La arquitectura de la ciudad luce trazos urbanizados que confluyen en la Iglesia del Cristo Negro, terminada según los cronistas de la ciudad en 1878.
La singular estructura del edificio está decorada en su cúpula y torre con mosaicos amarillos y de tonalidades oscuras.
Aunque por estos días se realizan trabajos de rehabilitación del inmueble, la afluencia al santuario es numerosa por el inicio del periodo vacacional de fin de año.
Ahí dentro, en un gran altar, los feligreses y curiosos hablan entre dientes sobre la autenticidad de la historia del Cristo Negro.
Cuentan los religiosos del sitio que la pieza apareció flotando en el río Papaloapan en una balsa en febrero de 1597; que fue rescatada por los pobladores; y que los colonizadores españoles sustituyeron con esta imagen a Yacatecuhtli, el Dios del comercio para los Aztecas que también era negro.
En un costado del altar, se exhibe la cruz y la cabeza original de la imagen del Cristo Negro que fueron quemadas y decapitadas durante la persecución religiosa en 1931. “A pesar del fuego, la madera no se consumió. Fue un milagro”, repiten los niños acólitos del santuario.
La veneración a la imagen del Cristo Negro cruza más allá del río Papaloapan, tanto que municipios del norte de Veracruz han comenzado a hermanarse con la intención de intercambio de manifestaciones religiosas pero también culturales y artísticas.
El primero de estos acercamientos de Otatitlán fue con Papantla, cuya comunidad artística y gobierno ha dispuesto la elaboración de un mural de 35 metros en uno de los costados de la iglesia, a cargo del escultor papanteco Isael Cano.
La obra que se estima concluirá a finales de abril incluye reconocidos distintivos del Santuario: el Cristo Negro, la Iglesia con su colorida cúpula y torre, el río de las Mariposas, la vegetación del lugar, sus danzantes y su gente.
Mientras tanto, en Otatitlán hay fiesta con el pretexto de un programa oficial que el Gobierno de Veracruz ha llamado Orgullo Veracruzano, que apenas congregó a unas 8,000 personas el pasado fin de semana.