El hombre de Boca de Lima

Édgar Escamilla

Gutiérrez Zamora, Ver.-

Alex y su compañero caminaban por el potrero cuando fortuitamente realizaron el hallazgo de restos humanos al parecer prehispánicos, enterrados en un predio de la comunidad de Boca de Lima, en este municipio.

Aunque se desconoce el año de la fundación de Boca de Lima, antiguos mapas de Veracruz  con caminos reales, ubicaban la comunidad donde permanece un centro ceremonial al parecer totonaco, sin explorar.

Se ubica a 27 kilómetros de la cabecera municipal de Gutiérrez Zamora, fundada en el siglo XIX por migrantes italianos, quienes se dedicaron a explotar el cultivo de la vainilla, empleando el puerto para realizar exportaciones del aromático hacia todo el mundo.

Aquel martes, Alex García habían acudido a laborar como habitualmente y al descender de una de las lomas del potrero, alcanzó a observar lo que parecían huesos humanos, brotando entre la tierra y el zacate.

Tiempo atrás, con ayuda de maquinaria pesada se había emparejado un asentamiento natural de la tierra para permitir el paso de las reses, probablemente, sin que nadie se percatara en ese momento, se habría arrasado con la mitad de un entierro funerario totonaca.

Con la erosión de la tierra comenzaron a observarse los pequeños trozos de hueso, lo que llamó la atención de los labriegos, quienes movidos por la curiosidad, comenzaron a escarbar cuidadosamente, encontrando parte de una cabeza de fémur.

Al seguir retirando la tierra aparecieron restos de vasijas de barro; una de ella, cuidadosamente decorada con lo que parece ser un rostro antropomófico, con una larga lengua y lo que parece ser un tocado de plumas.

Debajo de las vasijas apareció un cráneo humano completo, semi aplastado por el peso de una roca que había sido colocada encima del entierro. El cuerpo tenía los brazos cruzados sobre el torso.

Tras realizar el hallazgo y saciada su curiosidad, los dos hombres procedieron a colocar las piezas en su lugar y volver a cubrirlo con tierra para que evitar que los huesos sufrieran algún daño.

Emocionado, Alex decidió publicar algunas de las fotografías captadas a su perfil de Facebook, donde rápidamente se viralizó y fue así como decidimos a salir en busca de la historia completa del hallazgo de los resto del que hemos llamado El Hombre de Boca de Lima.

Lograr ubicar a Alex no fue sencillo, aunque conocido en la comunidad, no cualquiera estaba dispuesto a dar la localización de los restos. En el proceso tuvimos que retornar a Gutiérrez Zamora y bordar la costa por Tecolutla, pues nos habían indicado que el hallazgo se había realizado cerca de la barra del estero Lagartos.

Con ayuda de Fernando Manzano, del campamento tortuguero Vida Milenaria, logramos llegar hasta la barra de Boca de Lima, y así, preguntando a cada persona que encontramos en el camino, retornamos a Boca de Lima, donde por fin logramos contactar a los responsables del hallazgo.

Entre los testimonios recabados durante la búsqueda, nos enteramos que al parecer los entierros en esta región son comunes, pues se han encontrado otros tiempo atrás.

Resalta el de un pequeño, de aproximadamente cinco años, cuyos restos se encontraban en posición de sentado, debajo de una urna de barro. Estos restos fueron encontrados cuando realizaban trabajos de colocación de cercado y fue que al cavar para colocar un poste, hallaron primero la vasija. El entierro se encontraba a escasos 100 metros de la costa.

En Boca de Lima, a escasos 400 metros del centro urbano, se ubica un centro ceremonial totonaco, visible desde el camino que comunica con la localidad de Vista Hermosa.

Los vestigios se encuentran sobre un terraplén y al centro cuenta con lo que parece ser un juego de pelota. Habitantes de Boca de Lima refieren que es habitual que al arar la tierra aparezcan restos de vasijas y figurillas de barro, sin que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) se haya preocupado por estudiar el asentamiento.

 

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