A muy corta edad, la pianista mostró interés por la música y el teatro; casi cuatro décadas después sigue enamorada del arte
Por Carolina Miranda
Xalapa, Ver.-La pianista xalapeña Luisa González Pardo sigue enamorada de la música como lo ha hecho desde que tiene uso de razón, quizás ahora con más luz e intensidad, lo que le permite compartir esa amor con sus alumnos.
“La música me gustó siempre, desde que tengo uso de razón, la música ha formado parte de mi vida, en casa siempre hubo música”, relata la pianista xalapeña, quien fuera alumna de músicos reconocidos mundialmente como Jorge Luis Prats (Cuba), Luis Ascot (Argentina), Mauricio Vallina (Cuba) y Anatoly Zatin (Rusia).
En edad preescolar, la pequeña de ojos expresivos y almendrados, sintió una gran atracción por el escenario y la magia que se genera detrás del telón para deslumbrar a los espectadores.
“Los teatros me han atraído desde muy pequeña, en mis sueños siempre pensaba en los laberintos que hay detrás del escenario, todos esos recovecos, esos lugarcitos donde se guarda la magia de lo escénico”, expresa.
La Orquesta Sinfónica de Xalapa marcó su infancia y los conciertos de jazz en el Jardín Botánico, a la par que empezaba su proyecto de vida en el Centro de Iniciación Musical Infantil (CIMI) de la Universidad Veracruzana.
González Pardo es egresada de la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana. Tiempo después volvería a las aulas, pero ahora para desempeñarse como catedrática en la materia de piano de 2005 a 2009.
Una joven maestra
Tenía tan solo 14 años cuando Luisa empezó a compartir su amor por la música. Lo hizo con los más pequeños, jugando.
En entrevista para Identidad Veracruz, recuerda que empezó por una necesidad personal de ser productiva; “mi acercamiento a la iniciación musical se da de manera natural, era jugar con la música y niños”.
Inició dando clases de música a niños en edad preescolar, tenía que hacer una planeación minuto por minuto, después mensual, quincenal y semanal. Su primera clase fue en un jardín de niños en Xalapa, ante un grupo cuantioso, pero sintió mucha ilusión.
“A los 14 años tenía un nivel bastante considerable, un sentimiento de que era grande y tenía esa necesidad de dar, compartir y ser de alguna manera autosuficiente”, menciona.
-¿Te conviertes en esa niña cuando das clases?
-Claro, tengo que sentir exactamente buscar lo que están sintiendo, es muy importante tener esa empatía. Ver qué esta sintiendo emocionalmente y físicamente.
Al ser docente, señala la interprete y autora del concierto-cuento “La Pulga en el Concierto”, vas reconstruyéndote y redireccionando el trabajo.
Su primer material discográfico titulado “El Piano también es niño” lo presentó en 2009, y en los últimos años se ha presentado en diversos festivales culturales importantes, como el Festival Internacional Junio Musical, Festival Cultural Universitario de Durango, Festival Pepe Domínguez por siempre de Yucatán, entre otros.
Otro proyecto en el que ha puesto su amor y hasta su alma es el Festival bienal Las Notas de Guido, una propuesta en receso que ha celebrado cuatro emisiones en las que se desarrolló el potencial de la juventud y la niñez de Veracruz y otras entidades, además de abonar a la formación de personas reflexivas, tolerantes y comprometidas con su entorno.
“Las Notas de Guido me enseñó muchísimo sobre la vida, sobre el amor, la esperanza y la fe en la humanidad; sobre disciplina, coraje y fuerza física y emocional. Guido me enseñó y hoy lo sigue haciendo: a aprender que hay tiempos y circunstancias, momentos de pausa”, concluye la artista.