Carolina Miranda
Huamantla, Tlax. –
Nacieron de trapo, madera, cartón, latón y nacieron para despertar sonrisas, pero también todo tipo de emociones humanas.
Llegaron al mundo de distintas latitudes, empezando por México hasta España, Francia, Alemania, Italia, Indonesia, Japón, Pakistán, República Checa, Argentina, Venezuela, Colombia, Estados Unidos y África.
Se trata de dos mil 500 títeres cuyos hogares fueron teatros, sets de cine e incluso calles de México y todo el mundo que hoy viven en el Museo Nacional del Títere, el más grande del país.
Especímenes que pertenecieron a los hermanos Rossete Aranda, famosos titiriteros del siglo XIX, Especímenes que pertenecieron a los hermanos Rossete Aranda, famosos titiriteros del siglo XIX, forman parte de los moradores de esta casa ubicada en el corazón de Huamantla, pero también se incluyen de la época de oro del guiñol y del cine en México.
Así como de la etapa precolombina y los procedentes de Asia y Europa que son admirados y temidos en ocho salas permanentes y una temporal.
Durante décadas repartieron felicidad, tristeza, ira, sorpresa, miedo y disgusto, en obras como “El gato con botas”, de Perrault; las óperas “La urraca ladrona” y “El Barbero de Sevilla”, de Rossini; en el tradicional “La Cenicienta” de Perrault.
Y fueron grandes artistas en películas mexicanas como “La edad de la inocencia”.
Ahora desde el Pueblo mágico de Huamantla, los muñecos de trapo, madera, cartón y latón recuerdan épocas doradas y vuelven a generar emociones con representaciones estáticas de batallas, conciertos, historias y leyendas.