Víctor M. Toriz
Un imponente árbol de Amate escurre sus raíces y ramas en los muros de un viejo molino de viento que se mantiene en pie desde el siglo XVIII en uno de los rincones de la ciudad de Veracruz.
La edificación clasificada como inmueble histórico por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) se mimetizó en el medio del paisaje cotidiano formado por los suburbios del fraccionamiento Palma Real y el rancho Torreón del Molino, que recibe el nombre por la construcción.
La torre se encuentra en un pequeño montículo que antes de la llegada de la modernidad era uno de los cerros firmes en medio de las dunas de arena en la ciudad de Veracruz.
Basta acercarse unos metros para ver en los muros corroídos la piedra múcara que muestra los arrecifes de corales, característica en otras construcciones representativas de la época de la Nueva Villa Rica de la Vera Cruz.
Dos puertas abiertas permanentemente permiten el ingreso a cualquier persona para apreciar los detalles del edificio con el árbol atrapado entre sus muros.
Al pararse de frente la altura alcanza los 6.8 metros desde su base hasta la parte más alta, sin contar la altura que le da la copa del Amate que desborda sus ramas sobre la forma cilíndrica con 7 metros de diámetro.
En el Archivo Histórico se encuentras escritos que hacen referencia a la Torre del Molino de Viento de Buena Vista desde el año de 1748, ubicado en un camino entre la antigua Hacienda de San Ildefonso de Buena Vista y Cerro Gordo.
Otros documentos describen que el Torreón del Molino de Buena Vista era visible desde el barrio del Cristo, localizado en la porción sur de la antigua ciudad amurallada de Veracruz.
Lo cierto es que fue uno de los pocos molinos de viento de 4 aspas que se construyó en la época de la Nueva España para aprovechar la fuerza de los vientos del norte en la producción de harina, ya que en aquella época se hizo utilizaron otras fuerzas de producción como las corrientes del agua y el arrastre de animales.
Sin embargo, el uso de la torre como molino de viento terminó para inicios del siglo XIX, convirtiéndose años después den un edificio de tipo militar por tropas extranjeras que pretendían conquistar México ingresando por Veracruz.
En los periodos comprendidos entre los años 1846 y 1848 y 1862 y 1867 fue utilizado por los ejércitos de Estados Unidos y de Francia como una garita de vigilancia.
Sus 57 metros de altitud en un terreno como el de Veracruz fue de utilidad en la época para avizorar cualquier amenaza, hoy mismo, desde ese punto es visible el mar de Veracruz que se encuentra a unos 10 kilómetros en el horizonte.
Los vestigios de seis troneras de diseño abocinados para disparar fusiles en el segundo nivel continúan muestran el uso bélico que se dio en aquel tiempo a la torre antigua que es vista cotidianamente por residentes de los suburbios ubicados en uno de los rincones de la ciudad de Veracruz.