El Remolino, mudo testigo del oro negro

Édgar Escamilla

Papantla, Veracruz. –

Helo ahí, impávido, erguido sobre las turbulentas aguas del río Tecolutla, sobresaliendo por encima de las tierras de cultivo del llano papanteco, el gigante de hierro que durante medio siglo fue testigo del desarrollo de la industria petrolera, el puente El Remolino.

Construido por Petróleos Mexicanos e inaugurado por el entonces presidente Adolfo López Mateos en 1960, según recuerda el señor Gregorio Pérez, ejidatario en una de las comunidades cercanas al puente.

Antes de su edificación, para poder cruzar el río los habitantes debían abordar un “chalán”, una especie de embarcación plana que permitía el paso de vehículos pesados.

Se ubica en el llano de Papantla y durante cerca de medio siglo permitió la comunicación entre los cultivos de caña de azúcar de Martínez de la Torre, el tabaco y la vainilla de Papantla con el importante mercado que representaba la entonces incipiente Poza Rica, donde confluían miles de trabajadores de la industria petrolera.

La enorme estructura de acero pareciera el hermano menor y olvidado del Golden Gate en California. Sus imponentes pilares y tensores recuerdan la estructura gringa.

Debe su nombre a la comunidad que se ubicaba sobre la margen izquierda del río y que fue severamente afectada durante la inundación de 1999. En la vieja comunidad permanecen un par de viviendas y una escuela primaria ya abandonada, la “Benito Pablo Juárez”.

Atravesarlo en vehículo era una experiencia satisfactoria: observar por un lado la llanura y su naranjales, con el sol al fondo en los atardeceres, y por el lado opuesto los muros de piedra labrados durante milenios por la erosión del río Tecolutla.

Pero si cruzarlo así era sorprendente, atravesarlo a pie era realmente asombroso. El piso era también de acero entretejido, lo que permitía mirar hacia el vacío, representando un reto para quien padeciera de vértigo.

La caída de la industria petrolera en la región propició el abandono de la estructura metálica, que podo a poco fue cediendo a los elementos. A pesar de que trataba de dársele mantenimiento, el daño era tal que representaba un riesgo para quienes tenían la necesidad de cruzarlo.

Fue así que en el 2008 se inauguró el nuevo puente El Remolino, una estructura de concreto, de un diseño muy simple (aunque haya obtenido el Premio Nacional de Infraestructura que otorga Cementos Mexicanos), y que a pesar de su utilidad no pudo reemplazar al viejo paso metálico.

A doce años de haber sido sustituido y clausurado, el puente El Remolino permanece gallardo a un costado de su sucesor y es referente de aquella zona rural del municipio de Papantla. Algunos valientes se animan a practicar rapel desde lo alto de su estructura

Muy cerca de ahí se ubican dos restaurantes desde los que se puede apreciar la majestuosidad del imponente gigante de acero, testigo y recuerdo del auge de la industria petrolera que cambió para siempre el estilo de vida de las comunidades indígenas totonacas.

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