Karla Almaguer, puños de diamante

Édgar Ávila Pérez
Xalapa, Ver. – En aquella sala del hogar de su infancia, la pantalla del televisor vibraba con la trepidante narración de uno de los combates de Julio César Chávez, con su poderoso gancho al hígado y el incesante acoso a su oponente.
Aquella niña llamada Karla Fabiola Chávez Almaguer disfrutaba ver uno de los mejores boxeadores libra por libra del mundo; y hacerlo al lado de su padre el Capitán Primero del Ejército mexicano, Félix Chávez Bazán era uno de los momentos más felices de su corta existencia.
Esas escenas de los combates y el costal de box que su padre le compró fueron parte de una semilla que creció en la joven veracruzana, quien hoy forma parte del selecto grupo de peleadores de Muay Thai y Artes Marciales Mixtas, un deporte de contacto extremo.
“Me emocionaba muchísimo, mucho cada peleador, pero en especial él porque era un Chávez y sentía que era parte de mi familia”,  rememora mientras ríe timidamente.
Sin embargo, para llegar a dominar el Sok klab, un golpe de codo en giro; el Mar Tdrong, un jap; la Tep Chien y la Tep Tad, una patada giratoria arriba y patada media al cuerpo, debió enfrentar los demonios del machismo y pasar por una exitosa carrera en atletismo.
“Siempre me gustó el deporte de contacto, pero tenía la idea errónea que si me metían a un deporte de contacto me volvería muy agresiva, pero nada que ver”, recuerda “Diamante” Almaguer, como es conocida en el mundo de las artes marciales.
Con su metro 58 centímetros de altura y sus 54 kilogramos, es considerada como pequeña pero poderosa y aguerrida, no sólo en la jaula de combate, sino en toda su vida y su paso por el atletismo donde fue campeona estatal, regional y llegó al nacional.
De la mano del prestigiado Vicente Luna Gómez, durante ocho años entrenó cada día y compitió en carreras de 100 metros, relevo 4 x 400, 1500 metros planos, medio maratón, campo traviesa, con más de 20 medallas de oro, plata y bronce.
“Practiqué ocho años atletismo, pero siempre tuve la inquietud por el box”, afirma. Cada que caminaba por la céntrica calle Zamora de la ciudad de Xalapa miraba con nostalgia un gimnasio con clases de box, pero su madre Rosa Elia Almaguer trataba de alejarla.
Y mientras acudía a la Arena Xalapa para disfrutar y sentir la adrenalina de los combates Muay Thai, intentó tomar clases de box en una escuela privada, pero el profesor la mandó a practicar spininng.
“Era demasiada adrenalina en mi cuerpo, yo quería y sabía que yo podía, no me dejaban y sentía mucha adrenalina”, dice la menudita mujer de presencia fuerte.
Daba clases de spininng contratada por su abuelo, un General Brigadier y se escapó con uno de sus amigos a un gimnasio de Muay Thai de donde jamás volvió a salir.
“Mucha emoción en mi primer clase. Traía entrenamiento duro por atletismo y no me cansé”, agrega orgullosa la mujer que acabó siendo pareja sentimental de su entrenador Dan Mirko, un formador de campeones.
“Sus alumnos siempre ganaban y pensé que algo debía tener bueno”, suelta.
Un 4 de febrero del 2016 ingresó al mundo de deportes de contacto extremo y un par de meses después derrotó por nocaut a su primera contrincante en una arena de Tabasco; la subieron de categoría inmediatamente al creer que llevaba más tiempo entrenando.
En la categoría Átomo de 48 kilogramos se enfrentó a rivales que cargaban  a cuestas más de 20 y 60 combates. Hoy tiene un récord de 18 peleas (una derrota, un empate y el resto triunfos).
“En Mexicali fue mi debut profesional en las Artes Mixtas y fue feliz dentro de esa jaula, me enfoqué más a mí felicidad que a la pelea, no lo podía creer porque ya había llegado a donde me había propuesto. Perdí pero no me importó”, asegura.
En Michoacan, Nayarit, Tabasco y Veracruz han visto su pequeña figura y sus imparables golpes, pero ahora sólo está a la espera que se levante la cuarentena impuesta por el Covid para viajar a Los Angeles, California en Estados Unidos y debutar en las grandes ligas en el Iron Shin Promotions.
En las alturas, las chicas de 22 y 24años dominan la jaula, por eso sabe que su mejor defensa es estrenar al máximo.
“Mi meta a los  31 años es llegar al número uno”.
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