Édgar Escamilla
Poza Rica, Ver.-Aquellas tenebrosas leyendas que escuchaban cientos de niños sobre escuelas construidas en un cementerio, se volvieron realidad en esta región del norte de Veracruz
El mito es cierto, pero el camposanto fue transformado en un parque recreativo en memoria de quienes fundaron la otrora capital petrolera de México: Poza Rica.
El parque Fundadores se ubica en la colonia Manuel Ávila Camacho, parte de la antigua ranchería de Poza de Cuero, uno de los primeros centros poblacionales de lo que hoy es la ciudad de Poza Rica.
Cuenta con una biblioteca, canchas de usos múltiples, juegos infantiles, andador y un osario en el que se resguardan los restos de parte de los fundadores de este municipio.
El cementerio de la colonia Camacho fue el segundo habilitado en el ejido Poza de Cuero, el primero se ubicaba en lo que ahora son los límites con la ahora colonia Reforma y fue necesaria su creación cuando se saturaron sus espacios.
La idea era habilitar uno nuevo entre el parque Cuauhtémoc y la estación del ferrocarril en el Kilómetro 52, donde ahora se ubica el mercado Manuel Ávila Camacho.
“Allá por los años 50 había alcanzado su límite y dejaron de llevar cuerpos a sepultar, así pasaron los años hasta la década de 1990, hasta que en el gobierno de Marcos López Mora se decide aprovechar el espacio”, recuerda Leonardo Zaleta Juárez, cronista de la ciudad.
Ahí fueron sepultados muchos de los colonos chinos que tenían sus comercios en la calle Independencia, entre ellos los Wong y los Su. Sus restos descansaban en un mausoleo color de rosa, lo que llamaba la atención de la población.
Poco tiempo después corrió la misma suerte y poco a poco fue dejado de frecuentar. Con el auge de la industria petrolera se asentaron gran cantidad de giros negros a un costado de la vía de La Maquinita que transitaba desde Furberos, en Coatzintla, hasta Cobos, en Tuxpan.
En lo que ahora es conocida como Plaza Garibaldi (Plaza Ovidio Hernández) se instalaron gran cantidad de cantinas y prostíbulos, ahí mismo se filmó en 1961 parte de la película La Rosa Blanca, de Roberto Gavaldón.
Zaleta Juarez recuerda que aquel viejo cementerio era utilizado por los parroquianos como motel de paso y por ello en su momento un grupo de vecinos intentó organizarse para bardearlo, pero la indiferencia de la mayoría evitó que prosperara la idea.
“Ahí se encontraban las meretrices ofreciendo la mercancía y pues, ya medio borrachones, pues se jalaban hacia el monte, se metían entre las tumbas y fornicaban sobre las lápidas de los difuntos, le daban rienda suelta, eso era muy recurrente”.
En la propia película, en la escena en la que aparecen el contratista gringo que buscaba comprar la hacienda, se retrata la prostitución que se ejercía en esa zona.
Al paso de los años, ya saturado, el panteón dejó de ser frecuentado y las autoridades municipales tuvieron la idea de retirar las tumbas. Quedaban alrededor de 20 lápidas que contenían los restos de los fundadores de Poza de Cuero, siendo trasladado a un mausoleo que permanece al fondo del parque que fuera cementerio.