Édgar Escamilla
Poza Rica, Ver.- En medio de las tierras ocupadas para actividades agrícolas y ganaderas, el pequeño cuerpo de agua dulce emerge como un oasis para decenas de especies animales que han encontrado un espacio para su supervivencia.
Los árboles de mangle emergen de las aguas de tono café, ejerciendo un contraste con sus tonos en verde. Entre sus raíces se pueden observar a cientos de pequeños crustáceos multicolores, que al abanicar sus tenazas parecieran saludar a los visitantes.
En el límite entre los municipios de Cazones y Tuxpan la naturaleza ha encontrado un espacio en el que conviven aves, mamíferos, reptiles, peces, crustáceos y moluscos; un lugar lleno de tranquilidad y en el que la arena de la playa está cubierta por infinidad de trozos de conchas marinas: el estero Juan González.
En sus aguas los alevines aprovechan para desarrollarse antes de que las lluvias provoquen el desbordamiento y la apertura de la barrera de arena que lo separan del mar.
A la orilla se pueden observar pequeñas medusas, erizos, caracoles, peces y, en algún momento, algún lagarto asomará sus ojos en medio de la enmarañada red de raíces de los mangles que ahí sobreviven.
Es hogar también del cangrejo azul, cuya tenaza es codiciada por el hombre, acudiendo en grandes grupos a cazarlos de manera furtiva, impidiendo con ello su ciclo de reproducción y llevándolos cada día más cerca de la extinción.
Al estar alejado de los núcleos poblacionales, es frecuentado por las tortugas marinas en temporada de desove, encontrando el lugar idóneo para hacer sus nidos.
El estero Juan González forma parte de los humedales de la costa norveracruzana, terriblemente asechada por las actividades humanas que han arrasado con la mayor parte de su flora original y ha puesto en riesgo a la fauna nativa.
Sin embargo, la falta de vigilancia permite que las especies sean amenazadas constantemente, por lo que es necesaria la actuación de las autoridades, a fin de mantener este pequeño oasis costero.