Inés Tabal G.
Veracruz, Ver. – Justo en el Centro Histórico de Veracruz, rodeado de monumentales edificios que conforman la imponente Plaza de la República, sobresale la Antigua Estación de Ferrocarriles, cuna de los primeros viajes en tren que permanecen en la memoria de los veracruzanos.
Conocida también como “Estación Camino de Hierro”, es considerada el primer inmueble de concreto armado y cemento de la ciudad.
Su fachada luce intacta a pesar de los más de 100 años de su edificación. Se trató de la última obra de Porfirio Díaz, quien no logró verla terminada, ya que fue inaugurada en 1911, año en que “El General” fue exiliado.
A lo largo de los 320 metros de longitud que conforman la Plaza de la República, es imprescindible no voltear a ver la construcción que se encuentra en la parte norte de la ciudad, rodeada de palmeras borrachas de sol.
De estilo francés y en cuyo interior albergaba un hotel con lo último en tecnología de aquella época como los ventiladores, hoy permanece cerrada ante el público que sólo puede observar sus entrañas desde el Puente Morelos.
“El hotel Terminal funcionaba en la parte alta de la estación, ahí los viajeros se podían hospedar y en frente estaba el Hospital del Puerto”, describe el arquitecto y ex director del Centro Histórico, José Manuel Ruíz Falcón.
Según los archivos históricos en la parte baja del lugar había un restaurante y un bar donde daban servicio hasta altas horas de la noche, mientras que las bancas, en las cuales los pasajeros esperaban pacientes la llegada del tren, fueron fabricadas con madera de cedro.
La principal razón de su construcción fue para crear la ruta nacional Veracruz – Ciudad de México, con una longitud de 432 kilómetros y que implicó una inversión de más de 25 millones de pesos.
Por muchos años fue considerada como la primera y más importante ruta comercial de la época, impulsó la comunicación y el comercio de todo el país.
Durante la “época de oro de Ferronales” se acostumbraba bautizar los trenes de pasajeros conforme a su destino, estaba “El Regiomontano” hacia Monterrey, “El Tapatío” de Guadalajara y “El Jarocho”, éste último su último viaje de regresó a la estación Buenavista fue el 18 de agosto de 1999.
“Durante la época que funcionó agrupaba las principales ferroviarias, era un icono de la modernidad toda la red que hizo Porfirio Díaz en todo México, no había una ciudad importante que no tuviera una estación”, comentó Manuel Ruíz Falcón.
Después de la llegada de los años 30 fue cuando perdió esa importancia que la caracterizaba, con el arribo de los primeros autobuses de pasajeros que hacían los viajes más cómodos y rápidos desapareció la magia de los trenes.
En el año de 1997 dejo de funcionar como estación de pasajeros y actualmente este sitio es ocupado por las oficinas administrativas de la empresa Ferrosur.
Por ahora solo queda el recuerdo de este monumento histórico que sirve para muchos estudiantes como la postal perfecta, debido a que su fachada aún permanece en buenas condiciones es utilizado como el fondo de muchas fotos de graduación.