Miguel Ángel Cortés
Los Tuxtlas, Ver. – El sabor de la tlayuda mezclada con el mezcal es el toque final de un viaje directo y sin escalas desde la región de Los Tuxtlas hasta el estado de Oaxaca.
Llegar a “La Estación Oaxaqueña” es una conexión inmediata con una de las entidades con mayor riqueza étnica, cultural y biológica de la república mexicana.
Tlayudería y mezcalería a la vez, el proyecto es un sueño que Salvador Villegas y su familia han construido a lo largo de la última década con base en sus raíces oaxaqueñas.
Legado cultura de la familia Hernández Blas, responsable de la fusión entre Oaxaca y Veracruz, hoy los Villegas Hernández se encargan de sacar adelante el proyecto.
El lugar debe su nombre a una de las colonias más emblemáticas de San Andrés Tuxtla: La Estación del Ferrocarril, donde el último tren partió en 1992.
“Todo esto tiene un porqué, ya que venimos de una familia oaxaqueña, la mamá de mi mamá (sic) era de Oaxaca, hablaba zapoteco”, relató ‘Chava’, originario de la ciudad tuxtleca.
“La Estación Oaxaqueña” recibe a sus comensales con una fachada muy al estilo de los bares donde Pedro Infante y José Alfredo Jiménez actuaron en la época de oro del cine nacional.
Dentro, se puede sentir el color oaxaqueño, el olor del carbón que emana la cocina y la algarabía de las melodías que a diario se escuchan en el Istmo de Tehuantepec.
La barra está adornada por botellas de mezcal y vasos de veladoras, recipientes más bajos, pero más anchos que los caballitos, idóneos para servir la bebida.
En los rincones y en las paredes se encuentran figuras de alebrijes y calaveras hechas con barro negro, un material que le ha dado fama mundial al municipio de San Bartolo Coyotepec.
Del techo cuelgan campanas de Ixtaltepec y el papel picado que caracteriza a los istmeños. No puede faltar en algún sitio el traje típico que portan las mujeres de Juchitán, conocidas como las ‘tecas’.
En un muro, los recuerdos de una boda, grabados con la frase “Lii ngaa nii xhmaa rana xhia’a”, que en zapoteco significa “Tú eres lo que más quiero” parecen contar una anécdota.
Santa María Atzompa, San Martín Tilcajete y Santiago Matatlán también están plasmados en las artesanías que ‘Chava’ ha encontrado en su paso por Oaxaca y que hoy adornan su estación.
El plato fuerte de “La Estación Oaxaqueña” es la tlayuda, que recientemente fue reconocida como el mejor alimento “callejero” en un concurso de Netflix, con motivo del lanzamiento de su serie documental Street Food: Latinoamérica.
Para ‘Chava’ y su familia, el platillo es una enseñanza de su abuela materna. Las manos de los Villegas Hernández lo preparan con los ingredientes característicos: maíz, carne, frijol, quesillo, col y momocho.
“La tlayuda era un alimento que comíamos en las reuniones familiares, de ahí dijimos ‘hay que vender tlayudas”, contó.
Hay variedad de sabores para escoger: carne enchilada, cecina, longaniza, carne de Chinameca, pollo y quizás el más exótico, chapulines. El ingrediente especial es la tortilla dorada al carbón.
Tampoco faltan las garnachas oaxaqueñas de tamaño miniatura, el mole y otros platillos típicos de la entidad, que los comensales acompañan con el sabor ardiente del mezcal.
Así es como con la ilusión de mostrar la cultura que le heredaron sus ancestros, ‘Chava’ ha construido un rinconcito de Oaxaca en medio de cuatro paredes de una estación ferrocarrilera en el corazón de Los Tuxtlas.
“Yo creo que hasta el momento logramos transportar a las personas hasta Oaxaca, desde que entran al espacio y están consumiendo nuestros platillos y bebidas”, concluyó.