Juan David Castilla Arcos
Teocelo, Ver.- Un camino de 1.8 kilómetros cubierto con adoquín a tonos rosa y negro conduce a la congregación Santa Rosa, donde el gorjeo de las aves, la estridulación de las chicharras, la arquitectura colonial, la historia y las bebidas tradicionales conjugan un ambiente que denota tranquilidad y conquistan a cualquiera.
Un pequeño tramo de terracería marca la entrada a la localidad del municipio de Teocelo. Los árboles miden más de 50 metros de altura, a los alrededores bambús, cafetales y muy cerca, a unos 300 o 400 metros, un mirador para apreciar la belleza de la cascada de Texolo, donde los turistas creen que pertenece al municipio de Xico, pero en realidad la mayor parte del cuerpo de agua está en territorio teocelano.
Aire limpio, fresco, se respira en la exhacienda Santa Rosa. Entre las viviendas, luce un pequeño espacio recreativo con puentes rústicos y dos palapas construidas con madera y teja, que dan un toque único al lugar.
De lado derecho se observa la chimenea o chacuaco de un ingenio azucarero que operaba desde 1885 y es conocido como el segundo ingenio mecanizado en la República Mexicana.
Al fondo, cerca del camino que lleva a la cascada, veladoras permanecen encendidas dentro de la pequeña capilla Santa Rosa, cuyo exterior está marcado con dos cruces: una sobre el techo y otra a su derecha.
Frente a las palapas, se encuentra la tienda de Vicente Sánchez, fundada en el año 1938, misma que fue heredada a su familia y actualmente administra su esposa Constantina Alarcón Torres, quien prepara una bebida tradicional, conocida como “rancherita”.
El trago contiene limón, hielo y un licor de hierbas, conocido en la región como “burro”, mismo que tiene propiedades curativas y es elaborado con licor de caña.
“La gente que tiene dolor de estómago, viene, se toma su caballito de burrito y se les quita el malestar, es para la buena digestión”, recuerda.
Su sabor es poco dulce, refrescante, similar a un té de hierbas con alcohol que produce una sensación de satisfacción y cuyo costo es económico: un vaso está en 20 pesos y una jarra en 100 pesos.
Doña Constantina crea al momento la bebida pero no revela todos sus ingredientes, para conservar la receta “secreta” y seguir motivando a sus clientes a que visiten la localidad y la adquieran.
Su marido lo preparaba desde hace por lo menos 30 años, después falleció, pero sus descendientes continúan la tradición en dicho lugar, ubicado a solo 26 kilómetros de Xalapa, la capital de Veracruz.