Édgar Escamilla
Tecolutla, Ver.- A un costado de la carretera costera de Veracruz, hacia la ciudad de Poza Rica, surge una peculiar comunidad llamada La Guadalupe: sus habitantes se han especializado en la elaboración de cocadas.
Con apenas mil 200 habitantes, se ha convertido en un paraje turístico en la zona de Costa Esmeralda y no solo por sus playas de azul turqueza, sino por la cantidad de comercios que se ubican a las orillas de la carretera.
En el lugar, la señora Hilaria Acevedo desde hace más de una década se dedica junto con su familia a la elaboración y venta del tradicional dulce de coco, una golosina natural.
El proceso comienza con el desconche de los cocos que son cosechados también en esta región, para después rayarlos finamente. Para la producción de 150 piezas es necesario emplear cuatro kilogramos de coco rayado y frutas naturales que le darán el sabor característico.
Para aquellas personas que gustan de moderar el azúcar que consumen, cuentan con la opción de la cocada horneada, pero para quienes desean probar todo el sabor, pueden elegir entre las diferentes variedades: piña, tamarindo, rompope, leche, nuez y limón.
Además la mayoría de los puestos ofrecen cocos fríos (a los que les pueden agregar ginebra), pero también dulces de tamarindo, miel de abeja y artículos de playa.
A pesar de ser una comunidad costera, ubicada a un costado de un estero, la actividad comercial es parte fundamental de su economía por el constante flujo de turistas durante todo el año.
Sin embargo, la actual contingencia sanitaria a causa del covid-19 ha provocado que disminuya el paso de turistas y con ello se han afectado sus ingresos. Aún así proliferan los puestos a ambos lados de la carretera.
La cocada o dulce de coco se ha convertido en un atractivo de Tecolutla, municipio en el que desde 1994 se lleva a cabo el Festival del Dulce de Coco, en el cual se realizada la cocada más grande del mundo, quedando así registrado en el libro de Record Guinness.