*A los pies del altar y en diferentes posiciones se ubican las tres lápidas que datan desde 1868, 1888 y 1958
Arantxa Arcos
Coatepec, Ver.- Tres tumbas se camuflan entre bancas y albas paredes de la iglesia de San Sebastián, en La Orduña. Su antigüedad inspira asombro al ver las lápidas y el gran altar similar al color del oro, amarillo brillante, que atraerá por completo tu mirada.
Para llegar a leer las tumbas de los primeros habitantes y protectores del templo católico debes acudir a la congregación perteneciente al municipio de Coatepec. Un camino empedrado colindante con tres viviendas te guiará directo a la iglesia.
No cuenta con un amplio atrio como la catedral de San Jerónimo, el templo mayor del municipio, pero su pequeño espacio es suficiente para venerar cada 20 de enero al santo patrono, San Sebastián.
Jardines llenos de pasto verde, flores rojas o blancas rodean dos edificios amarillos: uno pequeño donde los sábados, niños acuden a la doctrina en vísperas de consagrar el sacramento de la comunión.
El otro, el más grande, refugia ocho imágenes no mayores a los dos metros de altura, algunas bancas dónde reposar en el lapso de la eucaristía y al frente, predomina la Virgen de Guadalupe y el santo del pueblo.
Cuadros pintados a manos se mantienen en el altar, algunas siluetas doradas cruzan sus líneas uniendo escenas que en vida experimentó San Sebastián, antes de ser atravesado por flechas al negarse a renunciar a ser cristiano.
A los pies del altar y en diferentes posiciones se ubican las tres lápidas que datan desde 1868, 1888 y 1958. La de Emilia es la más antigua y reposa en la pared izquierda, un metro adelante se encuentra la de Isabel y bajo el arreglo floral situado en el centro del altar, la sepultura de María, que es la más reciente.
Sus nombres son aseados con frecuencia por una mujer que cada fin de semana limpia el espacio, cambia flores y permite el acceso reducido a feligreses que ocupen cubrebocas y deslicen gel antibacterial con frecuencia en sus dedos.
En este 2021, la aglomeración de feligreses no ocurrió dentro ni fuera del santuario a finales de enero. Una comitiva se organizó para adornar por completo el espacio ocupando flor de mayo, gerberas y rosas.
Rezos y festejos con fuegos artificiales, donde los habitantes del pueblo cierran su calle principal, quedaron en la espera de evitar multitudes. Similar acto ocurrió en otro recinto católico veracruzano; en el puerto de Veracruz.
Allí, San Sebastián salió a recorrer las calles del puerto de Veracruz. El santo, que es considerado patrón de la ciudad de Veracruz, marinos y militares, así como intercesor para las pandemias, tampoco recibió a sus devotos.
En la costa, lo veneraron desde el domingo 17 de enero, a las nueve de la mañana con una eucaristía oficiada por el obispo, Carlos Briseño, en la Catedral de Veracruz, a unos metros del zócalo porteño.
Para el día mayor, su imagen fue montada en la batea de una camioneta, acompañada de acólitos, el obispo y una gran bocina que transmitía las oraciones pronunciadas por religiosos.
Su recorrido inició en la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción y pasó por el Hospital Naval, la Beneficencia Española, Hospital D´María y el Hospital de Alta Especialidad de Veracruz.
La fe en ambos municipios se mantuvo acatando recomendaciones sanitarias para prevenir contagios a Covid-19.