Don Miguel, un arte risueño

Juan David Castilla

Xalapa, Ver.- Una peluca con rizos de colores verdes, azules, rojos, amarillos y anaranjados cubre su escasa cabellera. Utiliza dos aros de casi un metro de diámetro para lanzarlos al aire y hacer malabares en busca de una moneda.

Don Miguel López Alarcón es un valiente payaso, de 68 años, que labora en cruceros de Xalapa. Se trata de un entusiasta artista urbano que llama la atención de las personas que van a bordo de distintos vehículos.

El adulto mayor porta un cubrebocas, cuyo dibujo corresponde a la boca y nariz de un payaso risueño. Emplea una nueva modalidad en su caracterización que le permite dejar el maquillaje para usar protección facial, evitar un posible contagio y continuar su actividad.

Se detiene frente a los vehículos y, en poco más de un minuto que dura el semáforo rojo, muestra sus habilidades equilibristas, sobre una arteria vehicular donde miles de personas circulan al día.

Con frecuencia es observado sobre circuito Presidentes, en el crucero que se encuentra a la altura de la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI) de la Universidad Veracruzana (UV), en un horario de nueve de la mañana a seis de la tarde.

Don Miguel sale con una hora de anticipación de su casa, en la congregación El Castillo, para trasladarse hasta dicho punto de la ciudad de Xalapa, mismo que conduce al Pueblo Mágico de Coatepec.

Es humilde y sencillo. Viste una camisa que le regalaron y que en el bordado exhibe el nombre y logotipo de una grande empresa cervecera. También lleva un pantalón de payaso, de colores azul y naranja con estrellas rojas y verdes; además de sus respectivos tirantes.

Es creyente y da gracias a Dios que puede continuar su trabajo durante la emergencia sanitaria, pues ama lo que hace y, aunque es beneficiario de una pensión del programa federal 68 y Más, requiere más ingresos económicos para cubrir sus necesidades, como su renta.

“Pasaron los de protección civil y les expliqué que yo necesito salir a trabajar, ellos me dijeron que puedo estar en los semáforos pero que tenía que tener un cubrebocas”, relata.

Nada lo detiene. Es delgado, pero luce fuerte para estar varias horas de pie y caminar entre vehículos, pidiendo una cooperación y cachando monedas con sus manos.

Compartir: