*Desde 1952 Churros Don Rudy permanece en el corazón de los jarochos, quienes todos los días pasan por la esquina Juan Pablo Segundo y Virginia a degustar ese manjar.
Inés Tabal G.
Veracruz, Ver.- La harina de trigo, agua, azúcar y mantequilla se mezclan con la historia y tradición que envuelven a “Churros Don Rudy” que, desde 1952, es uno de los postres favoritos de los jarochos.
El olor dulce que impregna la calle y los característicos uniformes amarillos, son insignia que ha perdurado durante tres generaciones y, sobre todo, en el gusto de los jarochos, quienes todas las tardes llegan con sus hijos, nietos y amigos a degustar el sabor suave que se desase en la boca al momento de dar el primer mordisco.
Ubicado en la avenida Juan Pablo Segundo y Virginia el pequeño puesto ambulante ha sobrevivido a los múltiples cambios del mercado y generaciones de veracruzanos.
Su propietario, un hombre bonachón, de bigote pronunciado y poseedor de una gran sonrisa que inspira confianza a cualquiera, Rodolfo Pascual Briviesca comenzó a trabajar junto a su padre en el negocio de los churros a los 10 años.
“Churros Don Rudy empezó antes de que yo naciera, con mi padre. Cuando yo nací mi padre ya tenía años vendiendo churros, él empezó a vender en 1952 yo nací hasta 1956, pero para 1966 mi madre murió y entonces mi padre hizo una maniobra que le pareció pertinente; las chicas se quedan en la casa, mientras que los varones nos íbamos al puesto a trabajar”, cuenta.
Por varias décadas estuvieron laborando en la avenida Independencia en el Centro Histórico de Veracruz, ahí Rodolfo pasó gran parte de su niñez y adolescencia, rodeado de la algarabía jarocha, del tranvía, del tren y de la gente que diario iba a comprar ese manjar.
Fue hasta 1980 que decidió dejar de trabajar junto a su papá para emprender su negocio. Narra que gracias a ese oficio logró pagarse la carrera de Administración en Ciencias Pesquera y Buceo Industrial, pero el amor por aquella labor lo hicieron regresar.
Después de que su padre muriera en el año 2002, Rodolfo posicionó a “Churros Don Rudy” como una marca propia con cinco plazas laborales, así como otra sucursal que se encuentra bajo el Puente Bicentenario en la avenida Ejército Mexicano.
Mientras Rodolfo cuenta la historia del local, a su espalda su hijo prepara la masa que más tarde se sumergirá en un contenedor lleno de aceite hirviendo, para después ser espolvoreada con azúcar.
Es la tercera generación al frente de Churros Don Rudy, al igual que su padre estudió una profesión que combina con el oficio.
“Me siento orgulloso, contento de haber aprovechado la oportunidad de continuar con esta herencia, que es una tradición en Veracruz y además me siento orgulloso que la gente lo reconozca como tal”, afirma.
Ambos tienen la misma pasión por el trabajo que les dio tantas anécdotas y alegrías, así como los ha ayudado a mantener a sus familias.
“El negocio de los churros es mi vida, a estas alturas ya es mi vida. Yo vivo para el negocio y el negocio vive para mí, es nuestra manera de vivir”, dice “Don Rudy”.