La casa de las mariposas

*En Kali Papalote hay un jardín rodeado de flores y frutos, donde la familia de Gabriel Villalva erigió un espacio que sirve como morada y santuario a 26 especies de mariposas

Ángel Cortés Romero

San Andrés Tuxtla, Ver.- Sinónimo de muerte y pecado, pero también de transformación y pureza, pequeños seres alados son desde hace siglos fuente de inspiración de hombres y mujeres asombrados por sus colores y texturas.

En sus alas frágiles que se mueven de un lado a otro en una danza romántica entre flores y frutos, los colores parecen guardar misterios, historias y sueños, esperanzas y miedos que evocan a la vida y la muerte.

Un pequeño espacio en una colonia lejana de San Andrés Tuxtla se convirtió en morada y santuario para, por lo menos, 26 especies de mariposas que deambulan entre la selva de la llamada “Suiza Veracruzana”, en el sureste del estado.

Kali Papalote, en náhuatl “la casa de las mariposas”, es lo más parecido a un edén terrenal edificado por la familia de Gabriel Villalva Hernández cinco años atrás con el objetivo de repoblar la zona de Los Tuxtlas con estos insectos, de igual importancia que las abejas.

La pasión por los pequeños seres con alas de colores llevó a Gabriel y a su familia a crear el primer mariposario de la región. Su misión es preservar la vida de las mariposas y compartir a la población y a los turistas lo que él llama un mundo maravilloso.

“La Casa de las Mariposas” está conformada por especies que fueron recolectadas a lo largo de los recorridos hechos por la familia Villalva en las inmediaciones de la selva tuxtleca.

El lugar cuenta con una primera área dedicada a la investigación en la fase larvaria o de orugas, otra para las mariposas de colores y, finalmente, una para los ejemplares búho, de los preferidos en Kali Papalote.

Las mariposas búho atrapan la atención de quienes llegan al sitio para vivir una experiencia alada. Las caligo – su nombre científico – se posan sobre los troncos de los árboles, escondidas del sol, camufladas, como si estuvieran en bosques buscando evitar a sus depredadores, los pájaros.

En sus flancos, tienen dos círculos grandes de un color que resulta de entre la mezcla de tonos cafés y amarillos, parecen los ojos de un animal mucho más grande que te observa todo el tiempo, por eso las llaman búho.

Otras de las mariposas favoritas para los visitantes de Kali Papalote es la morpho, un ejemplar de gran tamaño que hechiza con sus laterales de color azul eléctrico, aunque en realidad, nada es lo que parece.

El número de especies que se crían en Kali Papalote es limitado debido al espacio y a la dificultad que implica trabajar con insectos que solo tienen un mes de vida ya en vuelo, es decir, en la edad adulta.

Las 26 especies que concurren el mariposario nunca pueden ser observadas juntas al mismo tiempo, pues llegan a la zona según sea la estación del año. Mientras algunas pueden avistarse en primavera, otras serán en otoño.

El trabajo de preservación de las diversas mariposas que convergen en la región de Los Tuxtlas se extiende también hacia el llamado que los miembros del “santuario” hacen a los habitantes de los municipios circundantes para cuidarlas.

A cinco años del inicio del vals de aleteos en Kali Papalote, la frase “el niño se emociona y al adulto lo sorprendes” se volvió realidad. Los rostros cautivados de los visitantes son premio y satisfacción para Gabriel, que no deja de soñar con mariposas.

 

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