*En la bocana del río Jamapa inicia un mágico recorrido por los tesoros escondidos en el corazón del manglar
Víctor M. Toriz
Boca del Río, Ver.- Un imponente sol que no se deja ver por el brillo se siente en medio del cielo, el aire golpeando en el rostro y secando el sudor da una sensación de frescura a pesar de que la mayor parte del año el termómetro no baja de los 30 grados.
El recorrido inicia en un pequeño muelle ubicado en la bocana del río Jamapa. Tres embarcaciones con dos filas de asientos en los bordes son las que llevaran en un recorrido que entre los prestadores de servicios de Boca del Río se conoce como “La Pequeña Venecia Veracruzana”.
La corriente del agua que se rompe contra la embarcación mojará en más de una ocasión, pero será lo que menos se notará durante el paseo, de eso se encargará Jesús Irineo Arano, un viejo pescador que en el trayecto relatará los tesoros escondidos en el corazón del manglar.
La embarcación se va adentrando en sentido opuesto a las apacibles aguas que bajan desde el volcán Pico de Orizaba hasta su desembocadura en este punto, el mar de la ciudad de Boca del Río, municipio conurbado al puerto de Veracruz.
Pelicanos y patos zambulléndose en el agua ya se acostumbraron a la presencia de las personas y pueden ser apreciados a menos de cinco metros de distancia, mientras devoran los peces que sacaron.
En las copas de los manglares guardan su distancia aves rapaces como el águila caracara o quebrantahuesos, si se presta atención entre la espesa vegetación será posible ver osos hormigueros, mapaches y nutrias.
Pero eso es parte del espectáculo natural que puede verse en paisajes naturales ubicados en la región costera del estado de Veracruz, desde el norte hasta el sur, interrumpirá de vez en cuando el capitán de la embarcación.
Los tesoros que presume como únicos Jesús Irineo, o cualquier otro de los pescadores que acompañará el recorrido, son los canales naturales y artificiales que conectan las corrientes del arroyo Moreno y el río Jamapa, en donde se encuentran algunos sitios en los que pobladores locales construyeron por años diversas historias.
Lo primero que se cuenta es que esos canales que conectan el agua dulce del río con el estero del arroyo Moreno dan el nombre de “La Pequeña Venecia Veracruzana” al recorrido.
Las residencias ubicadas en el sitio se ven más amplias reflejadas en el espejo de agua, algunas pueden ser visitadas como balnearios si se toma la carretera Boca del Río-Medellín por el camino conocido como Playa de Vacas.
Entre las construcciones destacan dos viejos edificios que guardan tétricas historias que son relatadas por los pescadores de las embarcaciones convertidos en guías turísticos.
Jesús Irineo apaga el motor y se detiene frente a una de estas construcciones, que en su fachada deja ver una vieja casa de al menos dos siglos de antigüedad. “Es el Castillo de la Condesa de Malibrán”, suelta después de un largo silencio en el que mantuvo la mano señalando a ese lugar.
La leyenda popular es que en este sitio vivió una mujer en la época del virreinato a la que se le conocía como la condesa del Malibrán, esposa de un marino adinerado que era propietario de grandes extensiones de tierras en lo que antes se conocía como Hacienda Malibrán.
Cuentan los pescadores que la condesa aprovechaba los largos viajes de su esposo para reunirse en fiestas con jóvenes a los que conducía a su casa por un túnel secreto que llegaba hasta la ciudad de Veracruz, después de esto los asesinaba y se bañaba con su sangre para mantenerse joven.
La otra construcción es una viaja casa de estilo moderno conocida como “La Casa del Diablo”, lo que se sabe es que su propietario fue un hombre desconocido que jamás terminó de construirla, con los años el abandono hizo que se convirtiera en un sitio tétrico en el que aseguran pescadores pueden ver siluetas asomándose por las puertas cuando el río está en completa calma y que los hacen remar a otra parte sin voltear atrás.
El recorrido continúa entre las raíces de los manglares en donde pueden verse las diferentes especies de este árbol, cuyas ramas se sumergen en el agua y el fango como extensiones de sus raíces.
En este punto las embarcaciones retomaran su trayecto en el mismo sentido de la corriente del río, casi hasta alcanzar la desembocadura al mar, solo para enseñar a los tripulantes dos de los tesoros únicos en este sitio.
Uno de ellos es un altar de la Virgen de Santa Ana, la santa patrona de Boca del Río y figura religiosa que es honrada por los pescadores. Dice la creencia popular que para tener una buena pesca es necesario detenerse en este punto y rezar una plegaria.
En el otro extremo se encuentra una pequeña playa que es conocida como la Isla del Amor, ubicada en la colindancia del municipio de Alvarado y a la que se puede acceder en carretera por el camino Boca del Río-Antón Lizardo, para disfrutar la comida que ofrece algunos de sus restaurantes.
Sin embargo, pescadores advierten que su visita puede traer una bendición y una maldición al mismo tiempo, porque aquella pareja que pase una tarde en el sitio se enamorará perdidamente, pero si la visita por segunda ocasión terminará ese amor para siempre.
El fin del recorrido, después de 45 minutos de navegación, llega a su fin cuando la embarcación reta por última vez a la corriente para regresar al muelle de partida, permitiendo ver a los tripulantes la Plaza Banderas de Boca del Río en todo su esplendor, con la silueta del antiguo pueblo de pescadores dibujándose en el horizonte.