*En los alrededores del ingenio asentado en el municipio de Coatepec, el producto es elaborado de manera artesanal y docenas de personas acuden llamados por el dulce olor
Juan David Castilla
Coatepec, Ver.- La cima del chacuaco del ingenio azucarero Mahuixtlán se observa desde cualquier parte del pequeño pueblo enclavado en el municipio de Coatepec, cuyo camino para llegar está adornado por hectáreas de caña, de lado a lado.
Las viviendas están alrededor del ingenio donde se producen panela, licor de caña y azúcar desde hace cientos de años, cuya actividad económica da vida a la comunidad, cuyo nombre se forma de dos vocablos de la lengua Náhuatl: Mahuixtic, que significa hermoso, y Tlan, que se deriva de la palabra lugar, por lo que Mahuixtlán se define como un “lugar hermoso”.
Son sólo diez kilómetros los que deben recorrerse en vehículo desde la cabecera municipal de Coatepec hasta la localidad Mahuixtlán, tomando la carretera hacia Las Trancas, misma que recientemente fue reencarpetada con concreto hidráulico, lo que facilita el acceso.
Desde la carretera, a unos metros de la entrada al sitio, hay negocios donde la venta de aguardiente, en distintas presentaciones, es constante y donde se recibe a visitantes de Xalapa, Veracruz, incluso, de otros estados de la república al ser considerado el “pueblo de la aguardiente”.
Sobre la calle Constitución, la principal, a topar con pared, está el ingenio azucarero Mahuixtlán, enfrente, en la esquina con la calle 5 de Mayo, hay un pequeño parque y un kiosko donde se realizaban actividades culturales y artísticas antes de la pandemia por Covid-19.
Algunas personas disfrutan la lluvia vespertina en la zona después de varias horas de sol intenso y calor. Incluso, los niños brincan sobre los charcos que se
formaron en la explanada del parque, junto a las jardineras.
Cuadras adelante, se encuentra el negocio familiar “Aguardientes El Cañero”, donde el producto es elaborado de manera artesanal desde hace más de 40 años, generación tras generación.
Óscar David Carrera es el actual encargado del sitio, bisnieto de la persona que inició con la venta del aguardiente en su familia, quien oferta licores de coco, maracuyá, ciruela roja, piña colada, ciruela amarilla, mango, piña, café, fresa, vainilla, jamaica, tamarindo, anís, burro y morita.
“El negocio de familia tiene mucha variedad en aguardientes, licores y toritos, en forma artesanal, como luego decimos, como hecho en casa. Tenemos una longevidad en el negocio porque es de familia, actualmente tengo 41 años pero todavía ni nacía y ya la familia estaba trabajando la parte de la aguardiente”, comenta.
Sobre una mesa que se encuentra al interior del negocio están al menos diez botellas para la degustación de los clientes y cuyos efectos son casi inmediatos, tras probar varios “shots” de los distintos tipos de licor de caña: tradicional, intermedio, virgen y especialidad de la casa, cuyo sabor es distinto y también los grados de alcohol.
Algunos de los clientes compran al menos 250 litros de aguardiente tradicional a la semana.
Además, los precios son accesibles; cuesta 20 pesos el litro. También elaboran un reposado con licor de caña, similar al ron, y un reposado tradicional con sabor a madera con almendras, mismos que resultan agradables para cualquier paladar.