*Sobre la carretera antigua Xalapa-Cárdel una comunidad que deleita a gordos y flacos con la gastronomía de la montaña, de la planicie y el mar
Carolina Miranda
Emiliano Zapata, Ver.- El olor del humo del carbón y de la leña seca, se mezcla con aromas salados y dulces que hipnotizan.
A orilla de carretera, desde palapas y galeras, surgen sabores que la mente registra: chorizo, longaniza, cecina, costilla, chicharrón, carnitas, chamorros, cueritos, camarones y pescado. Del cerebro al paladar.
En una comunidad llamada Cerro Gordo, que no busca alusiones personales, se concentra la gastronomía de un Veracruz: de la montaña, a la planicie y al mar.
Parada obligada de cientos de lugareños, paseantes de ocasiones y visitantes. Ahí el cerebro se llena de olores, colores y sabores. Y el cuerpo de grasa sabrosa, de esa que no duele que vaya a las caderas o a la panza.
Unas enchiladas rojas con cecina a un lado y una costilla al carbón, con una cerveza de por medio. Y, por supuesto, sin faltar el pescado a la veracruzana y el cóctel de camarón. Delicias como el llamado ratón, un chile verde repleto de queso fundido.
Las esencias de las carnes y las tortillas echadas en el comal, se mezclan con el humo que se impregna en las ropas, pero también con los plátanos macho asados o al carbón que aparecen en la mesa atiborrados de crema y queso e incluso de lechera.
Las tradicionales picadas jarochas, quesadillas, enfrijoladas, enchiladas, empanadas forman parte de la larga lista que todos engullen con singular alegría. Una cocina que sabe a pueblo, a casa de los abuelos.
Aquí, sobre la carretera antigua Xalapa-Cardel, la democracia impera. Todos por igual disfrutan de los manjares: corredores, ciclistas, motociclistas, camioneros, turistas y vecinos del municipio de Emiliano Zapata.
Y ay de aquel que desconozca el paraíso de gordos y flacos, un parador obligado por Veracruz.