Puebla, red de protección contra el maligno

*Durante la época novohispana, la ciudad virreinal de Puebla depositó en 18 personajes religiosos la protección ante rayos, peste, los temblores y, sobre todo, los demonios

Carolina Miranda

Puebla, Pue.- En el pasado, la asechanzas del maligno y los desastres naturales eran detenidos en la ciudad virreinal de Puebla.

En esta ciudad trazada por los Ángeles, en distintos rincones, enormes estructuras religiosas y Santos evitaban que los rayos, la peste, los temblores y los demonios, dañaran a los habitantes.

Durante la época novohispana, los poblanos y autoridades firmaron un pacto y eligieron a Santos que protegerían a la ciudad, un pacto que construyó el sistema devocional a lo largo y ancho de la capital.

Una red de protección alrededor de la urbe se construyó y las torres vigías eran las magníficas iglesias católicas, donde se invocaba el auxilio de los Santos, de la Virgen María y de Jesucristo.

En 18 personajes, la Angelópolis, cuentan los historiadores, depositó la seguridad de la ciudad más católica de México, con su cuerpo de patrones que aún hoy en día permanecen estoicos resistiendo el tiempo y el olvido del pacto inquebrantable.

El acuerdo decía que en la fiesta de cada Santo, las autoridades civiles y eclesiásticas acudían en compañía de la población al templo para venerar la imagen y sus reliquias y así el sistema ligó diversos puntos de la geografía urbana para la red de protección alrededor de la urbe.

Hoy en día, al caminar la ciudad, con esos edificios magníficos, pueden apreciarse los 18 templos protectores desde San Miguel construido en 1561, San José, Santa Bárbara, hasta el de San Roque, San Nicolás Tolentino, San Francisco Javier, Santa Gertrudis, San Francisco de Asís.

Por ejemplo, Santa Teresa de Jesús fue recibida como patrona y protectora de Puebla en 1618 y el Ayuntamiento hizo la promesa “perpetua”  de asistir cada año a su fiesta en el Convento de las Carmelitas.

Fue a finales del siglo XVIII cuando las obligaciones eclesiásticas fueron cuestionadas por el Ayuntamiento y con la independencia se enfrió la costumbre: en el olvido quedaron los nombres, los juramentos, los gastos y las ceremonias.

Los conventos, las iglesias y templos siguen de pie, con aquellas promesas fracturadas y en espera que se les vuelva a requerir, según la tradición católica, para invocar el auxilio de los Santos.

Y mientras ello no suceda, esos espacios con sus torres, nave central, presbítero, sagrario, altar, sacristía, ambón, credencia, pila bautismal, confesionario, el vía crucis con sus 14 imágenes en los muros y la cruz, son un recorrido visual para los amantes del turismo religioso.

 

 

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