Veracruz, Ver.- Durante los días de verano, las altas temperaturas sofocan a cualquiera en la zona turística de Veracruz-Boca del Río. La frente y todo el cuerpo sudan a mares.
Los jarochos, como se conoce a los habitantes del puerto de Veracruz, tienen distintas formas de apaciguar el calor en sus cuerpos y en sus gargantas, desde los fríos y dulces raspados, hasta las calóricas Glorias, los frescos tepaches, tradicionales nieves y los típicos toritos.
Te invitamos a deleitarte con las refrescantes bebidas que forman parte de la cotidianidad de un pueblo del mar.
Los raspados del Paseo del Malecón
Veracruz, Ver.- Un aroma frutal se escapa de un frasco de vidrio que Víctor destapa para verter el néctar que baña con su sabor a una pequeña torre de hielo, cuya frescura da vida a quienes se rocían con la brisa marina que se esparce desde el malecón de Veracruz.
Sabores y colores reposan en aquellos tarros que descansan sobre los triciclos que forman una hilera a las orillas del Paseo del Malecón, donde los sonidos de la marimba, el son jarocho que emana de los tranvías y el suave oleaje componen el bullicio.
Los coloridos recipientes hacen que tanto turistas como jarochos volteen la mirada hacia los puestos semifijos de los comerciantes que, con letras mayúsculas, anuncian sus ambrosías como un escape a las calurosas temperaturas que golpean al puerto de Veracruz.
“Tepache frío!”, escape jarocho contra el calor
Veracruz, Ver.-El asfixiante calor de primavera no es más que un pretexto para que las gargantas de los jarochos se refresquen con una alegre bebida de color ámbar y un dulce sabor confundido con ácidos toques, heredada por los habitantes del México prehispánico.
Cuantiosos litros de una bebida de fruta fermentada desfilan en barricas de roble que son transportadas por hombres que pedalean en triciclos desde la zona norte del puerto de Veracruz hacia cada rincón de la ciudad, que hierve a más de 30 grados de temperatura.
En la avenida Cuauhtémoc, en la zona centro y el resto del puerto, los jarochos ya esperan a los tepacheros que se anuncian al grito de “¡tepache frío!” o que se avistan a lo lejos con carteles de letras grandes y colores fluorescentes.
Güero güero, incluyentes nieves jarochas
Veracruz, Ver.- A lo lejos se alcanzan a escuchar unos gritos que sobresalen sobre el bullicio de un histórico y caluroso Centro Histórico de una ciudad que carga a cuestas ser cuatro veces heroica.
Los sonidos que emergen de una calle aledaña al zócalo del puerto de Veracruz anuncian un espacio donde todos se transforman en una sola persona, en una que el folklore jarocho transmuta.
Un espacio, formado en la calle Insurgentes Veracruzanos, entre Zamora y Mario Molina, llama a deleitarse el paladar, refrescar el cuerpo que sucumbe ante las altas temperaturas y de paso cambiar de piel por arte de magia.
La gloria de Veracruz
Veracruz, Ver.- La gloria de Veracruz deja un sabor dulce, refrescante al paladar, una sensación de satisfacción en el estomago y algo de alegría jarocha.
El sabor del plátano roatán con un toque de vainilla, hielo raspado, saborizante de grosella, lechera, leche condensada y la canela, se combinan para hacer una dulce gloria típica de Veracruz.
Quienes disfrutan de este tradicional raspado veracruzano realmente se sienten en “la gloria” cuando lo prueban. Normalmente lo hacen agazapados del sol, en algún rincón con sombra.
El torito centenario de la Chata
Veracruz, Ver.- En el corazón de Boca del Río sobrevive una antigua cantina que es al mismo tiempo la principal promotora de la bebida más tradicional del sotavento veracruzano.
Se trata de una mezcla de jugo de caña, frutas de la región y leche mezcladas en una receta que supera los cien años y que es guardada en la memoria de Lorenzo Montalvo, propietario del negocio familiar cuyo origen se remonta tres generaciones atrás.
“Se habla de lo que tiene Veracruz café, playas, mariscos y también tiene su bebida que es el ‘torito’, es como la que tienen en Oaxaca que es el mezcal, en Jalisco tienen el tequila que son bebidas a base de alcohol y fruta”, cuenta orgulloso Montalvo, un hombre de estatura baja y que no disimula su energía al invitar a quien lo visita por primera vez a degustar todos los sabores antes de decidir que botella quiere en su mesa.
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