*En pleno centro de la ciudad de Xalapa, un callejón con docenas de escaleras que son un deleite visual; un sitio donde antiguamente corrían aguas y hoy es un remanso de quietud
Carolina Miranda
Xalapa, Ver.- Las hileras de escalones generan una sensación de perfección. Ya sea que se miren desde la parte más alta o de la hondo del callejón, las líneas y esquinas son un deleite visual.
La humedad siempre inunda el sitio, como un recuerdo de aquel manantial y pequeño arroyo que formó el sendero en lo que hoy es la zona centro de la verde y florida Xalapa, la capital veracruzana.
En el pasado, rememora el cronista de la ciudad Vicente Espino Jara, ese pasaje era conocido como el Callejón del Chorro Poblano, gracias a un limpio manantial que surgía de una barranca donde hoy se ubica el conocido Monumento a la Madre.
Quizá por eso una frescura inunda el sitio, como si se evocara aquella época donde las aguas de las montañas bajaban rodeando un antiguo pueblo que se convertiría en el centro de los poderes de un estado.
Conforme fue creciendo la urbe, se le conoció como La Sexta de Juárez, un nombre que se usó para ubicar las calles que atravesaban precisamente la céntrica calle Juárez.
“Es un término que se utilizó por extensión del callejón que iniciaba a partir de los entronques con las calles Azueta y Guerrero y se extendía hasta los predios ferroviarios”, describe Espino, el hombre que conoce la ciudad como la palma de su mano.
Y así un callejón que inunda de quietud hasta a las almas más turbulentas, un lugar donde desaparecen esos aturdidores sonidos de la gran ciudad.
Las antiguas y viejas casonas y los edificios con cuartos para estudiantes, son los custodios de la Sexta de Juárez. En la esquina de Alfaro comenzaba la cuenta, como si fuera una tabla matemática : 1a de Juárez a Madero, 2da de Juarez a Lucio, 3a de Juárez a Revolución, 4a de Juárez a Clavijero…
“Después de la apertura de la avenida Presidente Manuel Ávila Camacho, la nomenclatura romántica continuó llamando al resto Sexta de Juárez, lo cierto es que son como diez u once cuadras hasta la salida en Úrsulo Galván”, afirma el cronista.
Comparado con la ciudad, con sus enormes parques y áreas arboladas, la Sexta de Juárez parece nada, pero es un lugar refrescarse de las turbulencias del día a día.