Un templo con aroma a azúcar

*La Parroquia Cristo Rey del municipio de Atoyac, ubicada frente al mítico ingenio El Potrero, cuenta con 84 años de historia, una historia donde toda la comunidad se vio involucrada

Miguel Ángel Contreras Mauss

Córdoba, Ver.- El intenso ruido de la calle, con el vaivén de los automóviles y la maquinaria del ingenio Central El Potrero, encuentra una barrera impenetrable en el santuario, un oasis de tranquilidad y paz.

Sobre la carretera Atoyac-Paso del Macho, en un antiguo camino real en el que Miguel Miramón persiguió a Benito Juárez para fusilarlo, se encuentra la Parroquia de Cristo Rey.

Se trata de un templo emblemático del municipio de Atoyac, cuya arquitectura resalta por haber sido construida por el propio pueblo, un pueblo devoto y fiel a sus costumbres.

La parroquia tiene 84 años. Y su edificación colonial alberga en sus muros la lucha del pueblo que, con recursos propios, decidió levantarla y forrar amplias zonas de madera..

Frente a ella, el ingenio El Potrero, uno de los más importantes del Estado de Veracruz y el cual fue edificado hace 115 años, en 1907. Gracias a la factoría, en 1936 el sacerdote Manuel Illescas, párroco de la parroquia de Atoyac, vio la necesidad de construir una en la congregación El Molino.

El atrio principal muestra una confección única: Jesús crucificado lo enaltece en medio y a su lado izquierdo, la Virgen de la Soledad y al derecho San José.

Figuras religiosas resaltan a la vista, entre ellas un Cristo negro deteriorado pero que es un estandarte principal.

El historiador Guadalupe Cebada Morales, recordó que frente al ingenio se construyó una pequeña capilla de madera y techo de lámina, donde el sacerdote llegaba cada fin de semana a celebrar la homilía de la sagrada misa, pero era rebasada su capacidad.

“Illescas inició una labor de pedir apoyos, logrando primeramente la donación de una parte del terreno del taller de Ricardo Cortes y su hermano el cual lo habían adquirido e instalado un taller de torno y soldadura”, relató.

A la iniciativa se sumó un joven oriundo de San Juan de la Punta, un pueblo vecino, acompañado por otros quienes pedían solicitaban recursos para la vestidos a la usanza de aquel pueblo en las festividades de Semana Santa. Su nombre, Patricio Inés.

Así nacieron los tradicionales judas, que en cada Semana Santa es todo un espectáculo danzante.

 

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