Catemaco, pueblo ribereño atrapado en el tiempo

*En el malecón, una imagen, compuesta por varias escenas, parece detenida en el tiempo: chavales arrojándose a las aguas, pescadores lanzando sus redes y lanchas adentrándose a la Laguna de Catemaco

Víctor M. Toriz

Catemaco, Ver.- La sonrisa de tres niños es iluminada por el cielo azul que se refleja en el espejo de agua que se forma en la imponente laguna de Catemaco. Desde el malecón se alcanzan a escuchar la alegría mientras se zambullen y abrazan el paisaje que se rompe en los cerros verdes que bordean el horizonte.

Pescadores se abren paso desde el muelle o entre la playa de arena y arcilla donde rompen las pequeñas olas que se mueven al vaivén del viento, junto con las nubes que navegan con las pequeñas embarcaciones, surcando las islas llenas de vegetación y en algunos puntos abriéndose paso con delicadeza entre los lirios acuáticos donde brota la flor de loto.

Mientras hombres sueltan las redes para la pesca del día, otro grupo de pobladores recibe a los turistas desde que ingresan al pueblo, una pequeña localidad en donde puede verse el caminar lento de sus pobladores.

Catemaco es un municipio ubicado en la región selvática de Los Tuxtlas, en la porción sur del estado de Veracruz, que se sostiene de la pesca, el turismo y la ganadería.

En el centro de la ciudad su arquitectura modesta deja ver casas antiguas y la Parroquia de San Juan Bautista, una iglesia de arquitectura colonial, que es santuario de Nuestra Señora del Carmen.

A penas se pisa el pueblo, las voces de mujeres y hombres invitan, con un ácento ribereño peculiar, a caminar por el malecón y sentarse en alguna de las palapas en donde se sirven platillos típicos de la región.

Destacan dos comidas típicas en el menú de todos los restaurantes, la “Carne de Chango”, que son filetes de carne de cerdo ahumada con hojas de guayaba y curtida en una salsa de chiles secos; y los “Tegogolos”, una especie de caracol endémico que se reproduce en el lecho de la laguna de Catemaco y que es descrito con orgullo.

Después del recorrido gastronómico se invita a navegar en las aguas que son sobrevoladas por garzas blancas, que atraviesan en grandes grupos y se posan en los barandales del malecón, los muelles, las palmeras y árboles.

En los rincones más alejados de la laguna, pobladores afirman que pueden verse nutrias y cocodrilos que con el menor ruido buscan adentrarse en las aguas y se pierden en lo espeso de la selva.

En el medio de la laguna de Catemaco los sonidos de la naturaleza se mezclan hasta que son interrumpidos por los aullidos de la manada de macacos que habitan en una de las islas, los monos, que forman parte de un programa de monitoreo de la UNAM.

El recorrido alcanza un manantial de agua mineral dentro de la misma laguna, en donde lancheros usan lirios acuáticos para improvisar un vaso con el que se puede recoger del agua para beberla, con la seguridad de su limpieza.

 

 

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