*El periodista Aníbal Santiago se preguntó cómo asumió Muebles Troncoso el deceso de Chabelo, y se lanzó a la avenida Francisco del Paso y Troncoso. Ahí descubrió un lugar detenido en el tiempo.
Aníbal Santiago
Ciudad de México (CDMX).- Bien conservadito pero con las arrugas de su avanzada madurez, un vocho rojo reposa su senectud como un viejo que mira pasar el tiempo en su mecedora a la entrada de su hogar. Solo que su hogar es, cómo no, una instalación vecina tan ochentera como él: la casa matriz de Muebles Troncoso, a la que el finado Xavier López mencionó 5 millones 401 mil veces en los 48 años de su programa En Familia con Chabelo. “En Francisco del Paso y Troncoso 504 -anunciaba con su vocecita infantil- Muebles Troncoso les tiene las mejores promociones: mitad de precio, venta de bodega y remate de inventario”.
¿Muebles Troncoso no murió cuando el programa acabó hace ocho años? No. Aún vive. Bájate en Metro Mixiuhca y camina una cuadra hasta la esquina con un cartel de milenaria referencia geográfica, la ZP: “Juan Pardavé, Zona Postal 8”. Verás el edificio de rejas blancas en cuya azotea casi chocan los Airbus, Boing y Embraer que aterrizan en el vecino AICM. Quizá no puedas viajar a Cancún o Madrid en ninguno de esos aviones, pero si caminaste por la hostil avenida Francisco del Paso y Troncoso, entre el tsunami de cemento y superando el tufo tóxico de autos y trailers, sí podrás viajar, pero en el tiempo. “El éxito de Muebles Troncoso es gracias a nuestros clientes. Muebles Troncoso ¡va con todo!”, indica su fachada con el mismo logo que en Chapultepec 18 compartía escenario con Sonric’s, Triciclos Apache y Lilí Ledy. Y ahora sí, da un paso al interior para trasladarte al viejo México que sobrevive como nunca imaginaste en esta tienda fundada aquí mismo hace 51 años por el empresario Ángel Cruz.
Podrías lograr ese traslado entre épocas cerrando los ojos, porque las potentes rolas que expulsan hoy jueves montones de vetustas bocinitas incrustadas en el techo son éxitos de hace 35 años: Lucha de Gigantes, de Nacha Pop; Los Dioses Ocultos, de Caifanes; y Beds are Burning, de Midnight Oil. Pero mejor abre los ojos porque si no lo haces tropezarás: y es que Muebles Troncoso ha dispuesto en su majestuosa sala inferior todos los muebles que entren en tu mente. Pienso: “Esta mueblería debe ser la más grande del mundo”.
Veo un sillón toscano piel chocolate, un moderno antecomedor blanco con un diseño funcional y de vanguardia, una mesa con pedestal tubular y cubierta de cristal circular, cuatro cómodas sillas tapizadas en tacto piel blanco alpino y raudales de muebles más. Por todas partes están adornados con dos elementos: uno, flores de plástico anaranjadas que no proveen polen, sino el polvo tradicional de la cenicienta alcaldía Venustiano Carranza. Y dos, copas, montones de copas flauta, Burdeos, catavinos, de todas formas: como si los mexicanos pudiéramos sobrevivir sin chelita o Bacardí pero jamás sin cognac, champagne o vino chardonnay.
Pero lo que Muebles Troncoso más tiene son recámaras: en este país de solteros y solteras, las recámaras Troncoso son fabricadas con amplias camas de matrimonios idílicos. Los cobertores son de rosas rojas como debió usar Rocío Durcal, o con el estampado de periódicos, muy propios para un señor burócrata de la Secretaría de Programación y Presupuesto que usó el cobertor en 1983 junto a su señora de melena pelirroja.
En las mesas de luz con lamparitas encendidas, Muebles Troncoso ha dispuesto idílicas fotos de sonrientes parejas rubias con bellos hijos criados en las praderas de Escandinavia. En el segundo piso, del tamaño de la cancha del Estadio Azteca, te da la bienvenida un juego de espejos tridimensionales con la leyenda “Troncoso”, elemento decorativo de los ‘70 que debió tener en su casa José José cuando cantaba Volcán.
Un gigantesco techo de asbesto arqueado convierte 20 grados en 35 y obliga a que por todos lados haya ventiladores. En la infernal nave se suceden -con sus respectivos cojines de peluche blanco- multitud de grandes salas para familias de los ‘80, familias alegres sin mucha preocupación por el control de la natalidad.
En esos sofás, domingos 7 am, se tiraban a ver en Familia con Chabelo los 4 niños, la abuela Arminda y el tío solterón José Ignacio que al lado de los peques se desayunaba una polla (jerez mezclado con huevos crudos). Qué confortables eran esas salas. ¿De qué estarían hechas? La respuesta está en un cartel que leo en la planta superior: “Todas nuestras salas están hechas con hule de alta calidad”.
Cuánto drama tuvimos que padecer los mexicanos esas mañanas en los sillones, sobre todo durante al final del programa. El señor Alejandro le entraba a la catafixia, y a cambio de su reproductor DVD recibía un juego de colchones Troncoso. Alejandra sacrificaba su avalancha por una sala Camello Modular Troncoso. Nada mal para ambos. Pero llega la pequeña Regina: “Te pregunto: ¿te quieres llevar tus 12 regalos que ya son tuyos o quieres regresarlos y entrar a la catafixia con el riesgo que esto significa?”, cuestiona Chabelo. Regina mira sus juguetes y hay de todo: una bici, un juego de química, dos muñecas, una pelota y hasta un robot 2XL. Le tiemblan las manos de nervios y no responde. Chabelo la apresura: “tienes que decidir”. “Le entro”, se anima ella inexplicablemente. “Señor Aguilar, ¿qué tenemos en la catafixia 3?”.
“Un paracaídas ”, exclama el señor Aguilar. El telón se abre: vemos todos una curita. “¿Un paracaídas? -reclama Chabelo-. Es una curita”. “Pues sí, para-caídas, para-raspones”, bromea el señor Aguilar. “¿Te gustó?, pregunta Chabelo a Regina. “Mas o menos”, responde desolada. “Jaja”, se ríe Chabelo pero ella y millones de niños queremos llorar. Chabelo se apiada agarrando el curita: “Mejor, esta cochinada se la dejamos al escenógrafo. Regresen a Regina sus regalos”, pide a una edecán.
Quiero saber cómo asumió Muebles Troncoso el deceso de Chabelo, y se lo pregunto a Cecilia, empleada de 50 y tantos que muestra muebles a la clientela. Responde tocándose el pecho, como si le fuera a dar un soponcio. Creo que le dolió. “Yo no puedo hablar, pero venga conmigo”, solicita. Cecilia me lleva a una oficina con una Virgen iluminada, viejos teléfonos, computadoras Dell de hace 20 años y un diario Metro cuya portada habla del Cruz Azul: “se volvieron coleros”.
Del otro lado de la línea, en el área de Distribución, atiende Marcos Santana, mero-mero de Distribución: “Gracias a Xavier, la gente aún nos tiene en mente. Nuestra clientela, la que tiene cierta edad, nos sigue asociando con Chabelo. Su muerte nos duele”, me explica.
Abandono Muebles Troncoso con nostalgia, caminando a un lado de una versátil sala modular moderna, confortable y elegante, con sofá y chaise longue tapizada en tela tipo lana cruda. Durante abril en Muebles Troncoso, los numero uno, a mitad de precio.
Chabelo, en el otro mundo, seguro está enterado de la oferta.