Eleazar: artesano de piñatas

*Superhéroes, barcos, caballos, cascanueces y  dinosaurios surgen de las manos del artista porteño y llegan a diferentes partes del país y del mundo

Inés Tabal G

Veracruz, Ver.- Tres muñecos de nieve cuelgan del árbol del patio de Eleazar Martínez. Lo que podrían parecer piezas hechas de porcelana o algún otro material es, en realidad, una piñata que más tarde será la alegría de un niño.

Con papel, pegamento y creatividad el hombre de 61 años de edad, que se mueve con la ayuda de unas muletas, hace docenas de piñatas que él y sus clientes denominan como “una obra de arte”, pues en el puerto de Veracruz –asegura- nadie iguala sus diseños.

Dentro de su taller, rodeado de papel periódico, estructuras a medio acabar que más tarde serán el personaje favorito de un niño, pasa la mayoría de su tiempo creando infinidad de piñatas.

Los diseños que suele crear con mayor frecuencia son superhéroes, barcos, caballos, cascanueces de dos metros, dinosaurios.

Uno de sus mayores retos fue hacer una réplica del Mictlantecuhtli, el Dios del inframundo en la mitología mexica, obra que está exhibida en el Museo de Sitio El Zapotal, en el municipio de Ignacio de la Llave.

Antes de ser artesano piñatero, Eleazar ejerció la profesión de contador, pero un accidente que le dejó dañada la cadera lo hizo adentrase en este oficio que no ha dejado en 24 años.

“Al caer en depresión mis compañeros de la oficina empezaron a motivarme para que desarrollara la creatividad con el dibujo y después a las piñatas”, cuenta con una sonrisa que se asoma por su cubrebocas.

Su talento lo llevó a que sus obras fueran adquiridas en otros países como Alemania, España, Argentina, Canadá, Estados Unidos y distintas partes de la República Mexicana.

*Su técnica*

Con el paso de los años, Eleazar reconoce que ha mejorado su técnica, a base de prueba y error. Lo más importante para él es que sus clientes queden contentos con su trabajo, por eso le gusta ser exigente y perfeccionista.

Para eso, procura hacer antes sus bocetos y ver la escala que se requiere para que la piñata quede lo más parecido al personaje que se va a replicar.

“Es muy importante la proporción. Hay que meterle el número de cálculo para que quede proporcional las manos, el tórax y así con todos los trabajos que se hacen. Todos los pequeños detalles cuentan”.

Con sus piñatas pasa algo curioso, dice, pues al momento que los niños la ven quedan fascinados con sus obras. Hasta llegar al grado de no querer romperlas y atesorarlas en sus cuartos por semanas e, incluso, años.

*Su legado*

“Tengo clientes cautivos. Por ejemplo, llegan clientes que me dicen que yo les hice sus piñatas de cuando eran niños y es un gusto que me hace sentir, me siento feliz y me aprendo la mayoría de los nombres de mis clientes”, agrega.

Sus clientes que antes eran niños, ahora llegan a su taller con sus hijos. Todos ellos se llevan un recuerdo grato del piñatero que suele aprenderse el nombre de sus pequeños compradores para brindarles un trato más personal y amable.

Ahora sus tres hijos son los responsables de continuar con su legado, por lo que trata de involucrarlos cada que hace alguna piña y espera que al menos uno de ellos continúe con la tradición de hacer piñatas.

 

 

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