Un puente, el alma de Jalcomulco

*El crujir de la madera se escucha a cada paso en el Puente Colgante , inaugurado un marzo de 1970, un hilo que une almas y muestra la perfección de la naturaleza, con sus montañas y ríos

Óscar Sánchez

Jalcomulco, Ver.- Los cables de acero y los tablones de madera se balancean cadenciosamente con el soplo del viento y con la pisada de mujeres y hombres que desean maravillarse con la naturaleza.

Un baile perfecto entre el murmullo del agua bajando por el rio de Los Pescados y los verdes árboles del bosque subtoprical que se asoman por las montañas que circundan el caudal.

El crujir de la madera se escucha a cada paso que se pone en el Puente Colgante de Jalcomulco, un columpio para unir almas, un ícono de una región donde descender por las aguas, descubrir montañas y disfrutar de la buena comida que brinda la naturaleza es el mayor orgullo.

A veces luce pequeño ante la fuerza del río que desciende de las partes altas de las montañas y los aguaceros que le golpean; otras ocasiones luce grande y fuerte, con los rayos del sol dándole brillo.

Orgulloso a 53 años de su edificación y su inauguración, un 31 de marzo de 1970, a orilla de la pequeña localidad de Jalcomulco, un pintoresco pueblo convertido en un sitio para convivir con absoluto respeto a la naturaleza.

“Para cruzarlo o para no cruzarlo / Ahí está el puente”, escribió Mario Benedetti. Sabía que “en la otra orilla alguien me espera /  Con un durazno y un país”.  El hilo entre dos orillas del puente, une con un mismo pueblo, con raíces de pescadores, con comida del agua y de la tierra.

Paso obligado para los visitantes, con postales que se convierten en un recuerdo único; camino diario para los lugareños, con una estampa cotidiana que alegra los días y la dicha de vivir rodeado de la montaña y el río.

Los más de 720 metros lineales de cables de acero y la colocación de 329 piezas nuevas de tablones de madera, le dieron nuevos bríos; y su reciente iluminación lo embellecieron por las noches.

Y que mejor rendirle tributo con las palabras del uruguayo.

 

Vengo con las mejillas del insomnio
Los pañuelos del mar y de las pases
Pas tímidas pancartas del dolor
Las liturgias del beso y de la sombra

Nunca he traído tantas cosas
Nunca he venido con tan poco

Ahí está el puente
Para cruzarlo o para no cruzarlo
Yo lo voy a cruzar
Sin prevenciones

En la otra orilla alguien me espera
Con un durazno y un país.

 

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