*Pasar entre los pasillos del Mercado de Flores del puerto de Veracruz es adentrarte a un campo lleno de colores y matices que, por un instante, te hacen olvidar que estas en medio de la ciudad
Inés Tabal G.
Veracruz, Ver.- Aquí huele a hierba. A pasto fresco recién pisado, pero también a rosas, girasoles, gerberas y tulipanes que se mezclan con el esmog que desprenden los autobuses que circulan en la avenida Díaz Mirón de la ciudad de Veracruz.
El sol aún no sale en la ciudad de Veracruz, pero dentro del Mercado de Flores los comerciantes bajan con cuidado -como si se tratara de porcelana fina-, manojos de rosa, girasoles y toda clase de orquídeas que pronto serán comercializadas.
Un ir y venir de ramos que forman en hilera y esperan la llegada de los comerciantes que en las inmediaciones del lugar forman filas de autos particulares y taxis para que bajen el cargamento y así puedan surtir sus florerías.
En este punto, cercano a la central de autobuses, llegan toda clase de flores provenientes de viveros de otros municipios que más tarde se distribuirán en toda la conurbación y se venderán en un semáforo, en cada rincón de una colonia o hasta afuera de los supermercados.
Cada uno de los locatarios tiene que explotar su creatividad para hacerlos más llamativos a la vista de sus clientes. Los hay en forma de corazones, en arreglos florales, con jarrones, adornados con papel picado, de los más sencillos hasta los más extravagantes.
Pasar entre los pasillos de este lugar es adentrarte a un campo lleno de colores y matices que, por un instante, te hacen olvidar que estas en medio de la ciudad.
Hasta el fondo está el local de Eric, un comerciante regordete, de bigote negro y con un delantal que le cubre hasta las rodillas. Ahí lleva 17 años establecidos, sus días los pasa haciendo arreglos de todo tipo de flores, al igual que sus 7 empleados.
Con la destreza que le han dado los años convierte estas rosas en regalos perfectos para cualquier ocasión. En el suelo del local hay una fila de tanques llenos de flores esperando que Eric y sus empleados las transformen en obsequios.
“Ya con la práctica se te hace más fácil hacer todos estos arreglos. Todos los hacemos nosotros, desde antes de las 6:00 de la mañana ya estamos listos para recibir el cargamento. A veces todos se acaba, pero en otras ocasiones nos queda bastante producto y si no las cuidamos bien, se nos echan a perder”, dice Eric con pena, mientras una sonrisa se le dibuja debajo de su bigote.
Las favoritas de los jarochos son las rosas y los girasoles. A veces tienen que aumentar el precio, debido a que hay escasez.
Esto sucede con más frecuencia en invierno entre diciembre y enero, pero siempre habrá un ramo dentro de este lugar, el cual más tarde alegrará y llenará de vida la mesa de una casa, la tumba de un familiar o será la excusa perfecta para que alguien inicie un noviazgo o una boda.