Un mar de historias en una escultura

*Los tradicionales jarochos zapateando, pescadores lanzando sus redes, cortadores de caña, recolectores de café y una campesina forman parte de “La presencia de Veracruz”, un monumento de Xalapa que reúne 400 años de pasado

Javier Salas Hernández

Xalapa, Ver.- Ahí, sobre una fuente la historia y la cultura veracruzana se cuenta sola.

Siete peculiares personajes esculpidos en cobre, colocadas en una de las arterias más transitadas de la capital, nos relatan la idiosincrasia de Veracruz sin necesidad de hablar.

Con una amalgama perfecta, el escultor Carlos Espino logró fundir la genuina identidad veracruzana: La presencia de Veracruz, se llama oficialmente, pero el pueblo la bautizó como “Los pescadores”.

Una pareja de jarochos domina el lugar y representa al pueblo alegre, noble y trabajador, ese al que le cantó Agustín Lara.

Ataviados con el traje típico, ella con un impecable peinado sostiene con la diestra el abanico y con la izquierda el delantal; él, con el tradicional sombrero y con el cuello adornado con el paliacate.

Son figuras inmóviles, listas para zapatear al ritmo de la jarana, el requinto y el arpa. A veces, pareciera que cobran vida en la menta y se les ve zapateando al ritmo del son jarocho, ese que se toca en cada pueblo del sotavento.

Abajo, la vida diaria de los veracruzanos, esos que cada día, sin importar si llueve o truena, salen a trabajar, a ganarse al pan de cada día y fortalecer la tierra que los vio nacer.

Un pueblo trabajador que sostiene el desarrollo productivo y económico de Veracruz; por supuesto dos pescador@s que extienden las redes, que las lanzan en a un mar imaginario: son las mujeres y hombres que todos los días van en de una buena pesca.

Un cortador de caña, a los que se observa cotidianamente en los campos quemados doblando a machetazo limpio las varas que endulzan la vida de los jarochos.

Aparece en el lugar un hombre cafetalero, ese que tras el corte del fruto se prepara cada día para el tostado. Mujeres y hombres que impregnan a Veracruz con aroma a café.

Y no podía una mujer con una canasta en su cabeza con los productos que el generoso y noble campo proporciona. Una representatividad de la actividad agrícola de Veracruz.

La singular escultura resume más de 500 años de Veracruz, plagada de un mar de historias y sostenida por las cadenas de la esclavitud africana, la avasalladora imposición española y la conquista de los pueblos originarios.

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