¿El parque de la Iglesia?

*En el Pueblo Mágico de Coatepec una controversia: la Iglesia tiene un parque o el parque tiene una Iglesia, se preguntan muchos. Como sea, un oasis de tranquilidad

Javier Salas Hernández

Coatepec, Ver.- Muchas veces se dice que el orden de los factores no altera el producto y tal parece que aquí encaje a la perfección desde la óptica que se quiera ver: el templo católico de San Jerónimo, la Iglesia que tiene un parque o el parque que tiene una Iglesia.

Una joya arquitectónica de las muchas que se pueden admirar en el emblemático Pueblo Mágico de Coatepec: una Iglesia pintada en colores rojo y amarillo en cuyos archivos hay registros bautismales de 1592 escritos en Náhuatl, se erige en pleno corazón de la aromática ciudad cafetalera.

No solo resalta por su singular construcción que mezcla diferentes estilos de arte y arquitectura, sino también por su explanada y una extensa superficie arbolada con bancas de metal que resultan un alivio para los feligrese y visitantes que caminan por sus callejuelas pavimentadas.

Traspasar el portón metálico, que es sostenido por pilares custodiados por ángeles, y adentrarse a este espacio es dejar atrás el barullo citadino que, aunque podría resultar ilógico, el bullicio del exterior es silenciado por el silencio del interior.

No es necesario ingresar al templo para percibir una calma y quietud que es engalana por el melodioso trinar de las aves. Solo basta sentarse en una de las bancas para respira una atmósfera de paz de la que no se quisiera salir.

La armonía sería perfecta si de la fuente colocada sobre la explanada y a un costado de la entrada principal al templo fluyera agua, que cuyo escurrimiento y golpeteo por las paredes, provocaría un estado somnoliento.

O en el mejor escenario, disfrutar de una buena conversación o de una apacible lectura bajo el cobijo de los frondosos follajes.

Aquí todo está lejos de un tradicional parque público donde los niños no se cansan de correo, del perceptible aroma de los esquites, las nieves, los churros y los plátanos donde y de las voces de los múltiples vendedores que no se apaga.

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