Las memelas panteoneras

*En el Pueblo Mágico de Orizaba, un tesoro gastronómico con más de 35 años de historia, cuyo nombre quedó marcado por el camposanto, un lugar donde se ofrecen a propios y extraños

Miguel Angel Contreras Mauss

Orizaba, Ver.- Con el solo nombre con que fueron bautizadas por el pueblo, llaman  a probarlas. Su cercanía con el panteón, marcó su destino.

Las memelas panteoneras, como se les conoce popularmente, ahora forman parte de la cultura gastronómica del Pueblo Mágico de Orizaba.

En el corazón de la ciudad, se encuentra un tesoro culinario que ha perdurado por más de tres décadas: un platillo tradicional que conquista el paladar de los habitantes y visitantes.

Fundadas por la señora Lucía, las memelas se han convertido en un ícono de la gastronomía local. Su fama trasciende al camposanto, su inigualable sabor y tamaño generoso las hacen imprescindibles.

Una mujer apasionada por la cocina, comenzó el negocio con la idea de ofrecer un platillo que combinara tradición y sabor, utilizando ingredientes frescos.

El secreto es la salsa de guacamole, preparada -según una receta tradicional que ha pasado de generación en generación- con textura suave y sabor equilibrado. Es la base sobre la cual se construye cada memela.

La tortilla recién hecha y de gran tamaño, es cuidadosamente untada con esta salsa, que puede ser ajustada al gusto de cada cliente, desde un suave toque de aguacate hasta un picor que despierta los sentidos.

Las memelas panteoneras no solo se distinguen por su salsa, sino también por la variedad de acompañamientos que ofrecen: queso Oaxaca, chicharrón crujiente, carne asada, longaniza… y muchos ingredientes más.

Familias hicieron de las panteoneras una tradición dominical, turistas que descubren este platillo y quedan fascinados por su sabor. Y así el lugar se ha convertido en un punto de referencia en Orizaba.

Para quienes visitan Orizaba, disfrutar de una memela en la esquina de Sur 4T y Oriente 6 es una experiencia que conecta con las raíces gastronómicas de la región y que, sin duda, deja una huella imborrable en el paladar.

 

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