*Para los habitantes del Pueblo Mágico de Coscomatepec, este platillo no solo es un alimento, sino una conexión directa con sus raíces, una forma de recordar a sus antepasados y celebrar su identidad.
Miguel Ángel Mauss
Coscomatepec, Ver.- Al interior del plato, un alimento que representa la herencia culinaria de una región, una receta que pasado de generación en generación, con amor y dedicación.
Cada domingo, desde hace más de 90 años, en el Pueblo Mágico de Coscomatepec se mantiene viva una deliciosa tradición gastronómica: el desayuno familiar con tamalitos de chilatole de frijol, acompañados de crujiente chicharrón de puerco.
Una de las guardianas de esta tradición es la señora Pascuala Frías Arroyo, quien durante más de 54 años se ha dedicado a la elaboración y venta de estos tamales que forman parte del alma de la comunidad.
No solo ha mantenido viva esta costumbre, sino que también ha legado el oficio a sus hijas, asegurando que la tradición continúe.
En el año 2017, Pascuala participó en el prestigioso Festival del Tamal, celebrado en el World Trade Center de la ciudad de Veracruz, donde el tamal de Coscomatepec alcanzó el primer lugar, un reconocimiento que reafirmó el valor cultural y gastronómico de este platillo.
Hoy, su hija Socorro Calvario Frías lleva las riendas del negocio familiar y cada domingo hace que cientos de personas disfruten de este manjar.
La preparación no es tarea sencilla; es un proceso que comienza desde el jueves, cuando Socorro comienza a reunir los ingredientes: el primer paso es conseguir las hojas de chichilaca, que se lavan cuidadosamente y se dejan escurrir. Luego, se prepara el nixtamal, lavándolo y dejándolo listo para llevarlo al molino el sábado por la mañana, donde se obtiene la masa fresca que se utilizará para hacer los tamales.
El corazón del tamal es el chilatole de frijol, una receta que ha pasado de boca en boca entre las generaciones: frijol amarillo, pepita de chile y calabaza, junto con un abundante manojo de cilantro y un toque especial de manteca de cerdo, le dan ese sabor único y profundo que hace que cada mordida sea una conexión con el pasado y la cultura local.
El domingo, el trabajo comienza a las 1:30 de la madrugada, cuando Socorro y su equipo, que incluye a otras cuatro personas, inician la elaboración de aproximadamente mil 200 tamales de frijol, junto con algunos de chile y de dulce.
A partir de las 5 de la mañana, los tamales están listos para la venta, y la jornada continúa hasta el mediodía, cuando ya se han agotado, dejando satisfechos a los numerosos comensales que cada semana acuden a degustar esta delicia.
Las hijas de la señora Pascuala mantienen el negocio familiar. Una de ellas, incluso, llevó la tradición hasta Estados Unidos, donde vendía tamales de diversos sabores, compartiendo un pedazo de Coscomatepec con quienes vivían lejos de su tierra.
“No puedes irte de Coscomatepec sin probar nuestra deliciosa gastronomía tradicional”, afirma.