Bodas en Ixhuatlancillo, espíritu comunitario

*En el pueblo de la montaña  veracruzana, la unión entre dos personas transforma las calles y casas, la música hace vibrar y las costumbres representan un vínculo con las raíces culturales del pueblo

Miguel Ángel Contreras Mauss

Córdoba, Ver. – En lo alto de las montañas veracruzanas, un pueblo se llena de vida y color cuando dos personas se unen en matrimonio.

Aquí, en un lugar llamado Ixhuatlancillo, las bodas no solo son eventos religiosos o legales, son un vínculo con las raíces culturales del pueblo.

La unión no solo es un vínculo entre dos personas, sino un reflejo de la esencia comunitaria y cultural, donde cada detalle está impregnado de tradición, música y sabor.

Como es costumbre, por las tardes los novios inician su travesía desde la casa de los padrinos hasta donde se bendice la unión, una travesía por donde se les van otorgan consejos para la vida que construirán juntos.

Con música de banda resonando por las calles, el cortejo avanza hacia la casa del novio, donde tendrá lugar la ceremonia principal y el gran festejo.   El recorrido es una fiesta en sí misma.

Familias enteras y amigos acompañan a los novios cargando arreglos florales, imágenes religiosas y canastas con comida típica, simbolizando la abundancia y los buenos deseos. Los niños corren emocionados entre los adultos, mientras los ancianos miran con orgullo desde las banquetas, recordando sus propias bodas con nostalgia.

Al llegar, la casa del novio se transforma en el epicentro de la alegría. Un arco decorado con flores naturales y papel picado en colores vibrantes recibe a los invitados, marcando la entrada al espacio donde se dará el “sí, acepto”. Aquí, la música nunca cesa, con marimbas, tríos jarochos y, por supuesto, los alegres sones de banda llenando el ambiente.

La ceremonia incluye elementos de tradición indígena, como el uso del rebozo ceremonial”, que se coloca sobre los hombros de los novios como símbolo de protección y unidad. También se realiza la entrega de ofrendas a la Madre Tierra agradeciendo por los frutos que sostendrán este nuevo hogar.

Uno de los momentos más emocionantes es la danza del lazo, en la que los novios son literalmente atados con un cordón de flores mientras bailan al ritmo de música tradicional. Este acto simboliza la unión de sus vidas y la fortaleza de su compromiso.

No hay boda en Ixhuatlancillo sin un festín que enorgullezca a los anfitriones. El menú, cuidadosamente preparado por familiares y vecinos, incluye mole poblano, tamales de frijol y quelites, y arroz al comal, acompañado de tortillas hechas a mano.

La celebración continúa con el baile, un momento en el que la música se convierte en el lenguaje universal de la felicidad. Desde cumbias y salsas hasta danzas tradicionales, la pista se llena de energía. Los novios lideran el baile inaugural, seguidos por los padrinos, quienes lanzan monedas al aire como símbolo de prosperidad.

El “baile de los regalos” es otra tradición icónica: los invitados se acercan a los novios para entregar obsequios, desde utensilios de cocina hasta muebles, acompañados por un paso de baile que arranca risas y aplausos.

Las bodas en Ixhuatlancillo no son simples ceremonias; son una manifestación viva de la cultura y el espíritu comunitario de este pueblo serrano. Aquí, la unión de dos personas es motivo suficiente para que todos se sumen a la fiesta, recordando que la alegría compartida es la mejor manera de celebrar la vida.

Entre flores, música y el calor de su gente, Ixhuatlancillo no solo celebra matrimonios, sino también su identidad, sus costumbres y la riqueza de un legado que se transmite con orgullo de generación en generación.

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