*La tierra purpúrea es la historia de un mundo perdido y jamás recuperado; un mundo en el que el autor confronta la racionalidad y el pensamiento con la pasión y la rareza de las tierras vírgenes.
Rodolfo Mendoza
Virginia Woolf, Miguel de Unamuno y Jorge Luis Borges prologaron, en diferentes épocas, La tierra purpúrea de William Henry Hudson (Guillermo Enrique Hudson, como gustan llamarle no sin justificada razón los argentinos). Ya se sabe que es la obra más celebrada y más acabada del inglés nacido en Argentina de padres norteamericanos; pero también sabemos (o mejor dicho no sabemos) que se trata de uno de los grandes autores en lengua inglesa que, por esos azares inenarrables del mercado editorial o del caprichoso lector, ha caído en el olvido.
Debemos desde hace unos años a la estupenda editorial Acantilado la circulación de buena parte de la obra de este autor. Lamentamos sobre manera que ninguna editorial especializada se haya ocupado de sus libros sobre pájaros o sobre la naturaleza en general, libros que tanto celebrara Ezequiel Martínez Estrada (otro olvidado por los lectores del siglo XXI) en su bellísimo libro El mundo maravilloso de Guillermo Enrique Hudson.
Allá lejos y tiempo atrás y Mansiones verdes son otros dos libros que se pueden conseguir con facilidad y con los que el lector podrá enterarse de por qué Borges admiraba a Hudson o por qué Virginia Woolf lo consideraba uno de los más grandes estilistas de la lengua inglesa.
La tierra purpúrea narra la historia autobiográfica, de Richard Lam, un inglés que llega a la actual Uruguay (entonces llamada Banda Oriental) en busca de El dorado, La nueva Jerusalem, la Tierra prometida y todo aquello que soñaban y buscaban los colonizadores. La narración se llena de naturaleza, se desborda de color, se exalta de imágenes idílicas en las que el autor se va sumergiendo y es acompañado por el lector. La tierra purpúrea es la historia de un mundo perdido y jamás recuperado; un mundo en el que el autor confronta la racionalidad y el pensamiento (Inglaterra) con la pasión y la rareza de las tierras vírgenes (Uruguay). A partir de esas tierras se crea una mitología en la que “seres reales” (ingleses) se mezclan con “seres imaginarios” (nativos).
Publicada por primera vez en 1885, fue revisada por su autor en 1904, año de la edición definitiva de la que Hudson sacó una suerte de narración independiente que le dio pie para escribir otro de sus libros de cuentos: El ombú.
Martínez Estrada tenía razón: “Nuestras cosas no han tenido poeta, pintor ni intérprete semejante a Hudson, ni lo tendrán nunca”.