Taquería Arandas: adictiva noche de pastor

Aníbal Santiago

Ciudad de México (CDMX).- Si entráramos a las viviendas de la colonia Portales Sur para ver qué sucede ahí los lunes a las 3:59 pm, no cualquier día sino el primero de la semana a esa hora, la escena sería similar a la de las escuelas segundos antes de sonar la chicharra del recreo. Todos engarrotados, en guardia, en la espera ansiosa para saltar cual muñecos de resortes en el instante en que el percutor castigue a la campana.

En este caso nadie va a jugar a las tráis, encantados o resorte, es decir, no se trata del recreo, sino de comer. O bueno, sí se trata de un recreo porque los lunes cuestan, la población los carga en la espalda como una mochila con ladrillos, y en este barrio las cuatro de la tarde son el banderazo de un periodo para relajar la disciplina, echar el coto y aprovechar el 2 X 1 de los tacos al pastor en la Taquería Arandas.

A las mexicanísimas calles de nombres internacionales, Monrovia, Filipinas, Canarias, los portalenses las ocupan con fe y devoción, aunque esas procesiones religiosas no terminen arrodillándose ante un Señor en una cruz sino admirando al adorado trompo de pastor que desde el mediodía se va engordando y tiñendo de rojo en la esquina de Odesa y Ajusco por gracia del achiote y los chiles guajillo y ancho. Es cierto que en estas manzanas del sur capitalino el dinero no sobra y que el 2 X 1 es una gran oportunidad (sale a 7 pesos con cincuenta centavos el taquito), pero el aquí ese trompo es un dios bueno al que no se le reza murmurando “Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros”, sino echándotelo a la boca.

Tarde y hasta la noche, bajo la luz neón anaranjada de Taquería Aranda se mueven veloces meseras y meseros, blancos desde el mandil hasta la cofia, como un ejército de enfermeros que te regalan salud desde el momento en que dicen “¿3 para que sean 6?, ¿4 para que sean 8?”. Los solitarios, las familias, los niños, los abuelos, los enamorados, dicen “ajá” casi sonriendo, o de plano sonriendo.

En la Ciudad de México no existe competencia más despiadada que los tacos de pastor: por eso, decir que éstos son de los mejores es temerario, pero hay algo en el marinado de la carne con jugo de naranja, y su sazón -presumimos que con ajo, comino, orégano, clavo, canela, sal y pimienta- que vuelve superiores a estos takeshis. Guiados por las caritas de los clientes que gozan hasta con ojos cerrados la carne, la piña asada, la frescura del cilantro, son adictivos.

No esperes música, todo lo que en Arandas suena son tres licuadoras que mezclan frutos de la tierra para crear aguas que aligeran la digestión carnívora. La de alfalfa mezcla esa planta, guayaba, piña y limón pingüica. La antioxidante se hace con betabel, naranja y zanahoria. Y la purificante con apio, naranja, nopal, perejil y piña. Aterrizan a tu mesa en unos tarros enormes y pesados.

¿Y por qué se llama Arandas? Si la Unión Astronómica Internacional bautizó como Arandas un cráter marciano de 25 kms de diámetro en el Mare Acidalium, también una taquería puede llamarse así. En realidad, sus dueños originales eran de esa ciudad de Jalisco, a la que honraron al fundar la taquería en 1942, histórico año para nuestro país porque se legalizó la entrada de mexicanos a Estados Unidos, país en guerra urgido de mano de obra (Ah, qué tiempos, Mr. Trump).

Por dentro, la taquería es austera: mesas y sillas de metal, faros híper luminosos y montones de ventiladores que te refrescan si ya estás sudando por los efectos de las salsas verde o las dos rojas (morita o de árbol) a las que aportan una deliciosa acidez la cebollita estilo yucateco y, muy importante, los limones. Me explicaba un tacólogo experto del que fui amigo, Javón Tragón, que los limones te informan la calidad de una taquería: es mala si están resecos, opacos y aprietas hasta la mandíbula para sacarles una gota; y es una buena taquería si los limones están jóvenes, brillantes, jugosos y con cáscara sedosa. Aquí son perfectos. ¿Y las tortillas? suaves, tiernas, ahumadas.

Y si la noche de pastor está muriendo pero en ti nace una horrible culpa porque las taquizas de lunes te conducen sin remedio a la hipertensión arterial, cuando después de pagar estés bajo la puerta voltea al segundo piso. Observarás a través de los cristales translúcidos a mujeres y hombres practicando taekwondo, kung-fu, yoga y capoeira. Date una vueltita por la escuela Lions Fightory e inscríbete a algo. No más angustia por el 2 x 1 de lunes, tu cuerpo puede estar bien alimentado a la vez que atlético. “Tráigame 4 para que sean 8, si es tan amable”.

 

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