*En Octubre del 2012, Francisca Viveros Barradas, mejor conocida como Paquita la del Barrio, recibió, momentos antes de dar un concierto en la ciudad de Xalapa, al periodista Édgar Ávila Pérez, a quien le habló en exclusiva para Vuelta a la Página sobre sus fobias y filias, su vida sentimental y el futuro de su carrera artística. Hoy, tras su muerte, que mejor manera de recordarla.
Texto: Édgar Ávila Pérez
Fotos: Saúl Ramírez
Sencilla al hablar, modesta y de gran talante, Francisca Viveros Barradas se quita la careta de Paquita la del Barrio, el ícono y expresión de la cultura popular que no le pide permiso a nada y a nadie, y confiesa: “No, no odio a los hombres. No es odio ni rencor ni nada, yo viví mi vida y así me tocó.”
Canta a las “ratas de dos patas”, a los animales rastreros, a la escoria de la vida y a los adefesios mal hechos. Siempre está en zona de riesgo porque pone en sus canciones temas muy controvertidos. Su fama de mujer dura le precede, aunque en el fondo es frágil y delicada.
Franca como ella solo puede ser, acepta ser feliz a medias. Le falta a su lado su esposo Alfonso Martínez, quien falleció en 2004. Y le duele su ausencia.
“Pues cómo le diré…, feliz por los logros que he tenido, porque tengo un pan que comer, pero en la situación de uno como mujer pues no está uno muy tranquila, porque falta el marido…, baja mucho uno como mujer, porque para mí, por ejemplo, mi marido era mi brazo derecho y ahora que no está pues yo soy la que tengo la carga, la responsabilidad de ser padre y madre.”
– ¿Duele?
– ¡Sí, cómo no!, sí duele.
Rata inmunda,
animal rastrero,
escoria de la vida,
adefesio mal hecho.
En sus biografías, a Paquita la del Barrio se le considera como “la Reina del Pueblo” o la “Guerrillera del Bolero”, aunque en realidad es una terapeuta de mujeres, porque sus temas se caracterizan por denunciar la cultura y actitudes machistas de los mexicanos.
“La vida no viene solita y desgraciadamente el hombre no se fija en el daño que causa a la mujer, de colado van los hijos también. Así que esto le corresponde al hombre cambiar un poquito su forma de ser, su forma de tratar a las mujeres, darle su lugar.”
Con dos matrimonios acuestas, Francisca Viveros y Paquita la del Barrio, en una misma, acepta que no todos los hombres son malos, pero –dice con una sonrisa– “yo a las mujeres que he visto dicen que todos son iguales”. Inmediatamente suelta una sonora carcajada.
– ¿Rencor hacia el género masculino?
– No, para nada, no fíjese que yo convivo mejor con los hombres que con las mujeres. Me gusta tratar mucho a los hombres.
Más franca, la mujer de voz pausada asegura que jamás siente rencor porque también tuvo momentos sumamente buenos con su esposo, con quien compartió su vida más de 31 años.
“No, para nada, yo quiero a todo ser humano, como yo me quiero, pues yo quiero también al ser humano; somos hermanos, somos la misma sangre.”
Infrahumano
espectro del infierno,
maldita sabandija,
cuánto daño me has hecho.
Cuando sube al escenario y comienza a cantar al desamor y a los malos hombres, se desahoga y llora al lado de sus fans y, por eso, se considera a sí misma como una terapeuta de mujeres porque les canta de sus desilusiones amorosas y, de paso, les da consejos y genera una reacción para que los hombres se porten mejor.
“Pienso que sí, porque lo mismo me pasa a mí, cuando estoy cantando me desahogo, lloro, me río de algunas cosas y a la gente le pasa lo mismo”, afirma la mujer con más de 32 discos, algunos son unos verdaderos íconos de la música mexicana.
Su vida no fue fácil. A los 15 años se casó en su natal Alto Lucero, zona costera central de Veracruz, con Pablo Weber, un hombre de 42 años, quien ya tenía una esposa en otro pueblo y una familia entera. Se aguantó a su lado, tuvo a su bebé y acabó dándolo en adopción a una de las familias adineradas. Después se volvió a casar y su matrimonio duró 31 años hasta el fallecimiento de su marido.
– ¿Pensó en rehacer su vida?
– No, lo que pasa es que yo me dedico a mi trabajo y bueno, las cosas salen solitas.
Aunque es seguida por miles, rechaza ser catalogada como un ídolo mexicano. Simple y sencillamente le gusta que la vean como una mujer que ayuda a que la mujer y el hombre tengan una mejor relación.
“Yo no, fíjese que no, yo no. He triunfado, he hecho cosas bonitas, mas no se puede decir ni yo me siento un ídolo. Yo soy la que aporta, quizá, se puede decir así, los buenos consejos o la reacción para el hombre, para ver si así se esfuerza un poquito en ser mejor, en darle a la mujer lo que necesita.”
Alimaña,
culebra ponzoñosa,
desecho de la vida,
te odio y te desprecio.
Se presenta en todos los escenarios del país, pero jamás abandona a su tierra natal. Constantemente visita Alto Lucero y Xalapa, la capital veracruzana, y así –afirma– siempre se siente feliz.
Eso sí, le duele la situación en que se encuentra Veracruz. La escalada de violencia no puede pasar desapercibida para esta mujer de profundas raíces veracruzanas.
“Eso sí, sí me duele mucho, porque nosotros estamos acostumbrados a vivir felices, aunque sea comiendo tortillas con chile, pero hemos sido felices y que lleguen esas cosas a nuestra tierra y andar con el Jesús en la boca y que esté mucha gente muerta y eso lo estamos viviendo”, lamentó.
Con un dolor profundo en el alma, Paquita la del Barrio recuerda a sus paisanos que es mejor comer “frijolitos y chiltepín”, que andar con dinero y cuidando sus vidas. “No tiene caso”, les dice.
– México está herido por la violencia, ¿se levantará?
– De que se puede se puede, todo se puede en la vida, sólo que quieran.
– ¿Qué les falta a los políticos para…?
– Mejor pregúnteselo a ellos. No quiero meterme en camisa de once varas.
Rata de dos patas,
te estoy hablando a ti,
porque un bicho rastrero,
aun siendo el más maldito,
comparado contigo,
se queda muy chiquito.
– ¿Está satisfecha con lo logrado?
– Claro que sí.
– Su amigo Vicente Fernández anunció su retiro de los escenarios, ¿Usted ha pensado en eso?
– Claro que sí, tiene que llegar ese día. No es que yo quiera, sino que es la ley de la vida.
– Pero por el momento, ¿no?
– No, pues hasta ahorita puedo moverme, ¿verdad?
– ¿Hay Paquita para mucho tiempo?
– Solamente Dios sabe y que yo aguante trabajando y tenga más bien salud, eso nadie lo puede saber…
Posdata de Paquita
“Las carreteras están para morir. Yo nomás quiero recordarle a usted y al gobierno que echen una manita para Alto Lucero, para Plan de las Hayas, Juchique de Ferrer; todos esos municipios donde necesita la gente estar viajando. Es una desgracia, una tristeza que no se puede viajar para todos esos rumbos, así que para el gobernador, al señor que está ahorita, que ojalá y tuviera el tiempo de mandar a alguna persona a visitar a esos municipios, porque se les da dinero a los presidentes y mentiras que hacen obra, todos se clavan el pinche dinero y… ya me hizo enojar.